martes, 29 de septiembre de 2009

Que depresivo le resulto a F. adquirir una computadora e Internet.
“ahora me puedo comunicar con todos” pensó, y su sonrisa ingenua aun esperaba satisfacciones de ese modo. En principio abrió una página tras otra, viendo mas de lo que podía ver, abucheo de información es la palabra clave, y nada en concreto le era útil. Con el tiempo esto de abrir páginas sin sentido específico se fue tornando cada vez más inútil, hasta que dejo de hacerlo; no obstante F. no dejo de estar en la computadora, acaso manteniendo la ilusión de que el aparato le brinde alguna satisfacción. Horas y horas las que pasaba frente al monitor, exhausto, abombado, pero sin otra cosa que hacer, ni afuera ni ahí, terminaba por deprimirse. Apoyaba la cabeza en sus manos y comenzaba a llorar, en momentos como ese todas las esperanzas que con Internet había tenido quedaban desmoronadas tras la dura realidad: en verdad no había logrado comunicarse con nadie, no había mejorado su estado respecto al mundo, su falta continuaba siendo insaciable, y cada vez mas grande, el problema era que, tal como llenarla con una droga, la satisfacción era primero estimulante pero luego depresora, y la sensación de sin sentido que le engendraba vivir de ese modo, se desplazaba hasta el centro de su persona y desde ahí, amenazaba con dejarlo vacío de identidad. La pieza donde se hallaba la computadora aportaba su influencia; era una pieza oscura, olorienta, sucia y húmeda; el tiempo sobre ella parecía mas que pasar, exfoliar la superficie; el resto quedaba a criterio de F, quien en estado depresivo, mantenía muy abandonado el estado general de la habitación. La luz no andaba, por lo que la noche era un agujero negro que se inmiscuía dentro, llenando con su oscuridad las expectativas de F. que entretanto no se movía del monitor, quedando visco de tanta luminosidad.
“yo deposito toda mi persona en la maquina con el fin de que ella me transporte hacia mas allá, y lo único que hace la computadora es darme un reflejo de la soledad que me acosa”, dijo, sin advertir que mejor que esperar, le resultaría salir a correr...

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