martes, 7 de agosto de 2012

Latinoamérica


Hay algo que nos caracteriza, a los humanos, y es llegar siempre tarde a los hechos. Quiero decir; llegar siempre cuando ya han sucedido las cosas, cuando ya nada hay por hacer, puesto que rumbo ya lo han trazado, y no precisamente el pueblo humano. En el mundo, lo trazan los capitostes, políticos de paises imperialistas, entre otros poderosos, y nosotros solo padecemos, como ratas de laboratorio, lo que sin amor ellos disponen. Pero hay algo que caracteriza aun más a los humanos: que se desentienden del rumbo que sigue el mundo. Prefieren que otro se haga cargo, llaman democracia este desinterés, y las consecuencias no son tan visibles como drásticas, pero todos terminamos pagando con nuestra libertad esta fechoría. Pareciera que para evitar llegar tarde, y ser parte del dinamismo del mundo, directamente nos alejamos de él, luego, solo nos enganchamos como se enganchan los caballos a un carro de carga, para tirar. Bueno, más allá de esto, de los modos de relacionarse que tiene el pueblo con los gobernantes (en sentido amplio), algo que está cerca nuestro, aunque siempre permanece velado, quisiera saber por qué, es la condición de los pueblos latinoamericanos, tanto dentro como fuera del continente. Me refiero al desconocimiento en que vivimos respecto a nuestra propia condición de latinoaméricanos. Este continente oprimido, explotado desde la conquista, esclavizado y utilizado como motor (un super motor) de los paises desarrollados, que donde levanta la cabeza la den un garrote para que se quede donde está, y cuando la baja aprovechan a ultrajar. Este continente donde habitan la mitad de los pobres de todo el mundo, donde la educación es pauperrima de pi a pa (y no por casualidad, sino por estrategias planificadas). Donde a pesar de vivir lejos del primer mundo, intentamos imitarlos en su modo de vida, donde trabajamos el doble que allá, para obtener la mitad que ellos… este continente que padeció más golpes de estado que cualquier otro, que fue victima de planes generales de militarización; millonesimas extensiones de tierras apropiadas por los imperios, pueblos sometidos a estos, en suma, y en resta, un continente capturado por las ambiciones de los primermundistas, un hermoso suelo hacinado por los escabrosos lujos que se dan nuestros amos, y cientos de miles de millones de personas asesinadas por ideología o raza, simplemente, el saldo, es incalculable, y para completar este cuadro salvaje de dominación de continentes, todo nuestro pueblo oprimido bajo ordenes y caprichos de quienes nos dominan, lentes que nos ponen para que leamos los hechos como ellos quieren que lo hagamos. No solo llegamos tarde a los hechos, sino que cuando llegamos, los vemos del modo en que los dominantes quieren. ¡estamos en problemas! Entonces, me pregunto ¿qué impide a los latinoaméricanos, percatarse de su condición dependiente, de su posición de sumisión, frente a los grandes imperios? ¿Por qué a pesar de todos los datos, seguimos creyendonos paises libres? Más allá de alguna que otra política independiente, lo cierto es que nuestras decisiones deben pasar por ellos y ser aceptadas, de lo contrario es revocada, por las buenas o las malas, y en caso de resistencia, con titulo de comunistas, nos arrasan con una balacera de argumentos que nos perforan junto a las balas reales, y nos dejan como un colador, tanto a nosotros, como a nuestro continente. ¿por qué nos cuesta tanto pensarnos así, tal cual donde estamos, con el pasado y presente que tenemos, para ser más sensatos a la hora de hablar sobre nosotros y el mundo? Creo que, además de llegar tarde, nosotros, los latinoaméricanos, pueblo padeciente de los mil modos de violencia, hemos perdido la capacidad para criticar nuestra propia vida; tras cada dictadura o guerra, aniquilan la memoria, la identidad, defenestran nuestros valores y dilapidan nuestro honor. De nosotros quedan cuerpos vivos, seres muertos. Muertos con piel, o piles funestas. Eso esperan de nosotros, los imperios. Un continente muerto, habitado por esclavos, mano de obra baratisima. La esclavitud del siglo XXI (que por cierto, viene desde el siglo XV), no tiene reparos ni velos, no le interesa disimular; puesto que la disimulación ya viene dada por la larga historia que nos carateriza y condena. En fin, la maldición que pesa sobre nosotros es el desconocimiento de nuestra propia condición de oprimidos, más esto no es casualidad, sino, un método para que todos nosotros, pueblos bellos y apresados, no podamos pensar ni hacer nada al respecto. Como dije, pasado y presente parecen irreductibles, inmodificables; por la fuerza nos hacen pensar que el futuro será idéntico, y mientras lleguemos tarde a los hechos, no seamos parte del rumbo de estos; para peor, mientras lleguemos tarde y ensima no sepamos interpretarlos; peor, mientras ni siquiera podamos comprender de qué se trata ser latinoaméricano, difícilmente lograremos revertir esta situación que a todos nos asfixia, más como nos hemos acostumbrado a respirar sin aire, o de aires viciados, aceptamos sumisos, como siempre, que prosiga.

lunes, 5 de marzo de 2012

el proceso reduc-cativo

Los seres humanos disponemos de un intelecto capaz de procesar datos abstractos, elementos mentales, que tienen su modelo en la realidad objetiva, y sobre ella luego podrán re-vertirse, de tal modo que consigue influirla, modificarla. Podemos modificar el mundo y la naturaleza (dentro de ciertos parámetros) como ningún otro ser vivo conocido. De niños, la mente se va aguzando hasta ser filosa relfexión de contenidos complejos. Llegados a adultos, se supone que dicha capacidad mental, ha ido progrezando hasta llegar a su extremo; la educación y el sistema social, se jactan de ser ellos, los que llevan al hombre desde su condición animal infantil, hasta la persona racional, reflexiva, crítica, capaz por su condición privilegiada dentro del reino animal, de elevarse por sobre todo lo no-humano. Y suponemos que la pedagogía se desarrolla persiguiendo el mismo fin: pulir hasta el máximo posible, las capacidades humanas. Darle a los niños la mejor educación; que cada edad tenga un plan específico de aprendizaje; que escale sucesivos grados –en lo posible sin demorarse- para demostrar sus aptitudes; y que luego continúe aprendiendo, formándose, adoctrinándose, para ser un profesional exitoso, que funcione acorde y plácido dentro en la maquinaria laboral. Pues bien, esa es una utopía, y ya la desterraremos. Ha funcionado durante un tiempo, pero ha llegado a su fin. Ni la pedagogía ni la educación, predisponen el camino al humano para desarrollar al máximo sus atributos mentales. Son un intento, un modo de lograrlo, pero no el mejor ni más correcto. ¿Por qué se han perpetuado durante tanto tiempo? Trataremos de verlo. Seamos claros: los niños nacen con un potencial intelectual , que será afectado por las condiciones de vida de cada cual, de un modo casi determinante. Tanto que un niño librado a los lobos, no desarrollará pensamiento racional alguno. Es necesario, condición sine qua non, que intervenga otro humano, para integrarlo al mundo hablado. Más luego, ya inmerso en la comunidad, la educación será en la mayoría de los casos, con sus instituciones-escuelas, la encargada de encausar, canalizar, disponer, el camino a recorrer por el humano en su camino formativo (Hablo de la educación, pero debe hablarse en plural. Puesto que la escuela es una, entre otras, de las instituciones con las que cuenta la sociedad, el sistema, para terciar la formación de las personas). Creemos que es el único modo de hacerlo; nos atenemos al paradigma de educación de un modo obsecuente (obediente, sumiso), sin advertir, que en verdad, está performando un tipo de humano con el que la mayoría hoy en día no está de acuerdo. Los niños tienen, pese a su marcado pensamiento concreto, una capacidad mucho superior que los adultos, para llegar a conclusiones por entero inverosímiles. Parece una tontería, pero es lo que caracteriza a los genios. Encontrarle a un elemento (Ej: un resorte) más de cien usos, no le corresponde al adulto normal, y sí al niño promedio. El primero, solo capta unas pocas, el segundo, la mayoría de las veces, coincide con el adulto genio. ¿Pero qué sucede luego, que la mayoría de los niños, cuando adultos han perdido esa versatilidad mental, esa capacidad para llegar a diversas conclusiones, a partir de las mismas premisas? Pues bien; algo madurativo, inherente a la materia, quizá ejerza su influenza. Pero sin duda, otra gran influencia, es el camino de formación intelectual que han tomado (y acá se incluyen las otras instituciones con que educan a la gente). Si vemos en que se basa la educación, notamos que el periodo de ilustración ha sido el nucleo del paradigma actual. Este época histórica (acompañado de un movimiento cultural e intelectual), ha tenido por finalidad, “disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón”, por lo cual el XVIII ha sido denominado “Siglo de las luces”. -La ignorancia será combatida mediante educación- rezaba la apotema central-, un mundo mejor es posible-. Y bien que han tenido cierta razón, y también han tenido el merito de afectar al modelo educativo. Por ejemplo, entre los valores de este movimiento (que es el que persigue la institución-escuela actual) está el de conocer las obras de la era clásica. Esto supone que el conocimiento es acabado, y se recontruye sobre pilares preexistentes.------------------------------------ La característica más sobresaliente de la escuela, es el de adherir al modelo positivista por el cual, todo tiene una respuesta. Todo puede descubrirse, la razón todo lo devela. Pero en este proceso, la institución-escuela, ha perpetuado a la persona en una posición de que todo tiene, solo una respuesta. La capacidad infantil de llegar a diversas colcusiones a partir de pocos datos, se ha perdido, y ahora tiene un saber con el que se respalda: un saber escrito en los libros, que forman los pilares de la cultura. La vida deja de pensarse en la espontaneidad, y se resuelve en parapetos y tablaturas ya categorizadas. Adaptarse es el resultado del proceso educativo. La institución-escuela, articula al sujeto con el sistema social, y lo forja en este paso, para que lo haga sin resistencias. Esa es la primer gran consecuencia: suprimir, desatender, dejar marchitar el pensamiento divergente, la capacidad de obtener variadas y diferentes respuestas a un mismo planteo. No es cosa menor, cuando hablamos de la característica esencial del ser humano: la razón. La segunda consecuencia, alevosa, es el aburrimiento, tedio, desazón, sinsentido, braquitulo y perulato estado, al que lleva al alumno. Muchos logran identificarse con el ideal, soñar un estudio y por eso, mal que mal, sobrellevan con éxito la tarea. Pero muchos otros, han perdido el norte, se sienten a la deriva y no encuentran el motor para impulsarse, por ese camino que se presenta mesquino, desierto, que se presenta, en primera instancia, superfluo, innecesario. Y en mucho, su sensación es la correcta y más adecuada. La escuela sigue intentando educar al humano, del modo en que hace doscientos cincuenta años creían que era el mejor método. Los alumnos no comprenden qué tiene que ver lo que les enseñan, con la realidad que les tocó vivir. La desarticulación entre programa educativo y las condiciones de vida, por tanto, juegan el papel principal, el motivo causante del desinterés que acusan los alumnos por formarse. Los medios, las redes sociales, la tecnología, el rumbo que sigue el mundo: todos anuncia que por el camino que vamos, la cosa no marcha. El crimen organizado, en sentido amplio, crece mucho más que las soluciones. El planeta está en problemas, mucha gente está en problemas, poca gente tiene mucho dinero, y la naturaleza está avisando que a este paso no tiene para mucho más. Muchos alumnos saben esto, ¿cómo podrían adaptarse, no obstante, sin sentirse insatisfechos, metidos en un rumbo del que inevitablemente, recibirán problemas?------------------ Los que pueden sortearlo, esperando ser buenos hijos y alumnos diploma, son los que, por su lado, se “adaptan” del modo más vasallo a las imposiciones sociales y el discurso Amo, del que también son parte los padres, quienes se lo han inculcado (nunca culparía a un niño; ni a su padre: sí al sistema, que con sus instituciones forma la gente de un modo particular). Concluyamos entonces, la segunda consecuencia del modelo educativo: no ser foco de interés para los alumnos, por su lejana relación con la realidad actual, y el rumbo que ha hecho tomar al mundo. Es cierto que no es decisiva ni la única; confluyen, par a par, distintas instituciones, pero la educativa porta el papel de “iluminadora”, y termina por ser un vistazo al cajón de colecciones antiguas. A continuación, una más drástica se presenta. La institución-escuela se basa, copia su modelo, del modo en que se organiza la industria. Ya desde su constitución "Las escuelas aun están organizadas como si fueran fábricas: tienen timbres que suenan, instalaciones separadas, están especializadas por asignaturas, aun educamos a los niños por lote, les hacemos pasar por el sistema según su grupo de edad... ¿porque hacemos eso? Parece que lo más importante fuera su fecha de fabricación" . Sumen todavía que inocula en el alumno el temor al fracaso: la perspectiva del éxito (tomada del modelo económico) se vuelve el principio rector de la vida, y ya nada vale, y ya todo se somete a ello. Podemos colegir de esto, que la institución-escuela forma personas que, posteriormente, cuando adultos, trabajarán en una industria. El mundo se organiza de este modo, y la gente debe ser reclutada acorde al fin. En conclusión, la tercera consecuencia: reproduce el sistema industrial (capitalista), volviendo a la persona un fiel servidor del aparato, a costa de sacrificar su capacidad intelectual, divergente. Así de claro, muchas más son las cosas por decir de la educación actual: que achata la creatividad, puesto que desestima el arte, la música, la diversión, y pondera la lógica, el cálculo, las ciencias exactas. ¿En qué se basan para esta determinación? Lo que buscan, en primer lugar, es aminorar, hacer menguar, el nivel de pensamiento de la gente. No les benefician personas reflexivas, sino masas adormecidas, maleables, rebaños humanos. En principio perseguían el desarrollo, pero pronto reconocieron que conducía más a la estupidez, y vieron en ello, una gran ventaja. No quieren que en la escuela puedan expresarse y exponer su malestar, sino que lo sobrelleven, tragandoselo y derivandolo hacia el cuerpo y los afectos. Pues no hay lugar a afectos en la escuela. Conviene al mercado de fármacos, además, que todas las penas de la gente, terminen recayendo, por obstrucción, en las medicinas de laboratorio, mercado que hace girar al mundo en la actualidad. En este sentido, la institución-escuela, además de articular al sujeto con el sistema, lo articula con el mercado, la dependencia, de los medicamentos (que por cierto son parte de lo mismo). No conciben un alumno desanimado, desorientado, sino uno con problemas, desacorde a la norma, falto de ayuda, y en su auxilio la psiquiatría ha creado todo un manual de enfermedades que explicarían el motivo del defecto. Por tanto, a una patología le corresponde una medicación; y así el pobre alumno termina dopado, con lo que alimenta el mercado, a la vez que su interior, pobre, declina cada día más, sobre un ambiente que no busca comprenderle, sino, solo, amansarlo. "...estamos haciendo pasar a nuestros niños por el sistema educativo, a base de anestesiarlos..." La institución-escuela se encarga, por tanto, de articular al alumno a todas las demás instituciones del sistema. Es la puerta de acceso. Es el lugar donde comienza, el proceso de anulación del ser humano en su condición plena. Todo esto, desvalorar la creatividad, la diversión, negar el aburrimiento, intervenir (químicamente) sobre cualquiera que no siga al resto, responde a un fin: todo aquello que no conlleva a la productividad, todo lo que no contribuye al movimiento del sistema, queda por fuera y debe ser suprimido. En este sentido, la escuela termina por ser el comienzo, del desperdicio intelectual que se produce en el ser humano. Cualquier que crea que el mundo no va tan mal, debería comenzar por revisar su concepto de bienestar, teniendo frente a si las imágenes reales de los acontecimientos. Hambre, guerras, explotaciones humanas y naturales, despilfarro, centralización económica… y en todo esto, no tiene la “naturaleza agresiva” del hombre más influencia, que la educación que recibió a lo largo de su proceso formativo. Lo que es formación, constituye un camino de masificación, adoctrinamiento, integración al sistema, para que nada cambie, y perdure de este modo, el máximo tiempo posible. Educación que introduce al sistema capitalista. De este modo, yo tampoco me quier educar.

martes, 7 de febrero de 2012

Especulaciones sobre el conflicto de Malvinas.

Los titulares de todo el mundo rezan que el conflicto entre Argentina y Gran Bretaña por la soberanía de las islas Malvinas, no está siendo resuelto por vía diplomática. Gran Bretaña, augurando falsos argumentos, pretende quedarse con ellas, manifestando una actitud colonialista y silvestre, en pleno siglo XXI.

Argentina ya perdió su guerra en 1982, pero esa demostración de fuerza apenas si fue un indicio de qué aquel país contaba con mejor apoyo. Detrás de los ingleses, que eran potencia Per se, en la guerra de Malvinas, estaban apoyando militar y económicamente los estados Unidos, que se hacen llamar de América pero ya vemos a favor de los intereses europeos de quién elijen.
Actualmente Argentina está, militar y potencialmente, en idéntica situación de subordinación, respecto al imperio invasor. Pero no está tan sola como entonces. Ahora, con la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) –que no incluye a EE.UU. ni a Canadá-, puede pensarse en un respaldo mayor por parte de los países que la integran, no obteniendo, no obstante, el poder que tiene militarmente Inglaterra.

Al día de la fecha, 6/2/2012, Inglaterra está dando señales de que en caso de haber guerra, están dispuestos a combatirla. Saben que es más fácil y rápido para ellos, obteniendo al fin nuevamente por vía no diplomática ni pacífica, la soberanía sobre las islas. Con eso saltean las sanciones que pueden aplicarles por violar decretos internacionales, así como de enfrentar las duras críticas de algunos países que se sinceran con los hechos. Saben que una guerra, conlleva a estados de excepción en los que no rige la ley, donde vale matar y torturar y medir el tamaño a partir de los martirios, en donde las Malvinas, efectivamente, siguen siendo de ellos.
Además de esto, de ser una potencia que confía en su poderío, cuenta con el respaldo certificado de EE.UU. (que ya no existe como país, sino más bien como un aglomerado de capitalistas y empresariados, que no dejarían pasar una oportunidad como esta, para obtener luego su gran tajada de petróleo, actividad que parece el motivo fundamental de la trifulca que libran los ingleses.)

EE.UU. al respecto tuvo dos actitudes despreciables. Primero, anunció que Gran Bretaña estaba siendo dictadora, golpista e incoherente al querer quedarse con las Malvinas. Pero luego anunció su inversión de más de 1.500 millones de dólares, para las expediciones y extracción de petróleo que en ella realizan empresas inglesas.
Luego intentó mediar entre Argentina y Gran Bretaña, invitando a la solución pacífica del conflicto, pero viendo que a nada se llega (puesto que son sordos los oídos Británicos), reveló hace pocos días que de darse la guerra armada, ellos estarán del lado del imperio invasor, de los ingleses.

A la vista de todos los hechos, Argentina debe evitar por varios motivos la guerra. En Primer lugar porque militarmente es inferior, y una derrota se hace inminente. En segundo lugar, porque al librar una guerra, entra al juego de que se decida si son nuestras o de ellos las islas, a partir de la fuerza, cuando lo que tiene que conseguir, es que entre en el camino de la diplomacia y el dialogo. En tercer lugar, no menos drástico, es que la guerra sería una invitación a los EE.UU. para arrebatar contra los que se oponen a sus intereses, como es el caso de varios países de Latinoamérica, que ya no soportan el sometimiento.

El conflicto que está caliente y tenso en este momento, se ve agravado por voces que se suman a la disputa. Pensar enervado puede hacer trastabillar hasta al más estratega. Chávez (presidente de Venezuela) anunció ayer su apoyo incondicional a la Argentina, y añadió que “Si al imperio británico se le ocurriera agredir militarmente a la Argentina, Argentina no estará sola”. Con eso lleva el problema a la dimensión de guerra donde no deberíamos ingresar. Completó diciendo que su país no es una potencia, pero “algunos hierros tenemos y voluntad para enfrentar cualquier agresión imperialista”. Apoyo la emoción de Chávez para impedir que el imperialismo siga haciendo estragos y creo que en el futuro, esa va a ser la actitud que pueda liberar a los pueblos. Pero no puede esperar que hoy día consigamos algo por esos medios, cuando las potencias que nos enfrentan son Gran Bretaña y EE.UU., con lo de grandilocuentes y primitivas que resultan.

Preferible, es cobarde pero sensato, perder las Malvinas, a perder la independencia. Supongamos que se llegue a la guerra; de vernos involucrados varios países latinoamericanos, nos declararían (los atacantes) como subversivos antidemocráticos, motivo suficiente para reinstaurar a fuerza de armas la “democracia” en todo el continente. EE.UU. no dejaría pasar la chance de atacar a mansalva a los países involucrados, en principio para adueñarse de las riquezas y los recursos de ellos, como lo hacen en cada guerra, en cada conquista. Pero además, con miras a reforzar la dominación ideológica y cultural, modo en que logran imponerse no por las buenas, a todo el mundo (símil a como los colonos sometieron a los nativos).
Claro ejemplo de este tiránico modo de proceder, es que ya lo hicieron con el plan Cóndor de 1975, cuando un golpe de estado sistemático azotó a varios países latinoamericanos la vez (incluida al año siguiente Argentina).
Argumentaban para eso, que el pueblo se estaba volviendo subversivo, cuando lo que en verdad sucedía era que los obreros organizadamente, se estaban apropiando de los medios de producción, dándole una patada en el culo a los capitalistas, que naturalmente, obtuvieron el amparo de su natal y mortífera superpotencia yankee, y volvieron a imponer de ese violento modo, las reglas del neoliberalismo.

"La historia demuestra que Estados Unidos siempre propició golpes de Estado para controlar a los países y defender sus intereses", dijo el argentino Pérez Esquivel, premio novel de la paz.

Sin ser drástico y solo hipotetizando, especulando posibles desenlaces, siempre basándome en hechos pasados y actitudes presentes, como también así en ambiciones futuras, surge una gran preocupación para tener en cuenta:
¿Cuántos países latinoamericanos podrían volver a su condición de colonia, si una guerra de amplia magnitud, se desencadena sobre territorio latino y centroamericano? Si actualmente siguen haciendo golpes militares y guerras donde las políticas económicas no son beneficiosas para ellos, ¿qué serían capaces de hacer, en un periodo de guerra que está fuera de la ley, y donde las características del ataque permiten llegar hasta las últimas consecuencias?

Actualmente los conflictos económicos se desencadenan a la luz de todos; velarlos es prácticamente innecesario, dado que los fundamentos con que lo sustentan, no son creíbles ni para un niño.
Asusta pensarlo porque la historia siempre ha sido igual. El final es triste. Nosotros pagamos las peores consecuencias. El mundo anda loco, los imperios avasallan sin ética, frente a las cámaras de TV. que se ufanan por conseguir las mejores tomas, siempre del lado de los que ganan la batalla. Acaso una nueva guerra de Malvinas sea la escusa perfecta para hacerle la guerra a todo el pueblo latinoamericano, en caso de que este se una para la defensa común.

martes, 24 de enero de 2012

Nusterweek.

Era un hermoso día de verano, el sol radiante en lo alto achicharraba cualquier babosa que anduviera arrastrándose sin casa; la playa de Nusterweek, en plena temporada, se hallaba colmada de turistas, todos muy bien dispuestos a invertir sus ahorros en el primer gasto innecesario, pero placentero, que se le presente.
El agua, encandilada por Zeus, se mecía tan suave y levemente que el mar parecía una pileta inmensa, inconmensurable. Por esto, los adultos tranquilos, permitían que sus niños vayan nadando hasta lo profundo, donde desde la costa ni se los veía, puesto que estaba tan quieto que ni las mareas subían ni bajaban, por lo que no había peligro alguno, más que los piratas secuestradores de las aguas profundas que siempre esperaban algún nadador ocasional para victimizar. Esto sucedía porque la luna, en lo alto, se había detenido, y con ella las mareas quedaban inmóviles. También por esto el pelo de la gente, crecía rápidamente, casi visible para el observador atento. No soplaba viento, pero la fina arena dorada se filtraba por las hendijas de la gente hacia adentro de los calzones, causandoles una molestia moderada.
Nusterweek en invierno permanecía desierto, pero en verano la vorágine comenzaba a andar y no cesaba hasta llegado el otoño. No bastaban ni para los que tenían plata los escasos alojamientos, y cualquiera con pocos recursos no podía siquiera imaginar, albergarse bajo un techo fijo.
Por tal motivo J. se encontraba allí, disfrutando distendido desde un domingo desasosegado, en que malherido por su ex amor, había decidido partir para olvidarse de todo cuanto lo hiciera sufrir. ¿Pero cómo escaparle a la vida, que era su principal condena? “Tampoco es pa´tanto” afirmó en voz alta, y se libró de la obligación natural a la sociedad, que es andar con éxito, y siempre con todas las necesidades satisfechas. “Vivir un poco en falta, también tiene su propio sentido”.
No llevaba dinero prácticamente, y su único paradero era un escondite improvisado entre los muros de dos edificios en ruinas, de los cuales a menudo se desmoronaban cascotes y pedazos de cemento, que J. con agilidad y muy aguzados reflejos lograba esquivar hasta cuando dormitaba.
Las condiciones materiales en que se encontraba, no eran, sin embargo, peores que sus condiciones sentimentales, que habían sido prácticamente aplastadas por un enorme derrumbre de un iceberg gigante, sucumbido bajo colosales témpanos de hielo.
Estaba tan destruido su corazón, su mujer lo había dejado por su primo, que todo su cuerpo se marchitaba e incluso, sus ganas de vivir, tocaban fondo con las patas, por donde la angustia ingresaba a su ser. No quería comer, ni aunque lo invitasen al mejor restaurante. Cerrado el estómago, lo único que ingería era oxigeno para mantenerse vivo. Había desligado el placer y el disfrute, del acto de alimentarse. Ahora, le aburría y le causaba una molestia, que el cuerpo dependa de eso.
De mañana salía a llorar por los muelles, de tarde se sentaba melancólico en la playa; solo llegada la noche, con unas cajas de vino encima, conseguía distraerse, olvidar sus penas, cargar de energías su espíritu, y salir a platicar con la gente, sonriendo y entregandose al mundo en busca de un nuevo amor. Pero era tal su contradicción que siempre terminaba peleando con bandas de adolescentes, puteando comerciantes, pateando tachos de basura, o corriendo desnudo, por lo que noche tras noche, lo demoraban una horas en la comisaría, de la que lograba evadirse expresando sus lamentos y sufriente corazón. Cada noche prometía que sería la última de líos, pero como agua de catarata, siempre volvía a caer.

Una tarde, luego de cuatro días de inmovilidad lunar y marina, y de crecimiento piloso constante (al punto que mucha gente parecían personas lobos) J. se acercó al agua; estaba tibia. El sol sofocante, lo instaban a refrescarse. Le tenía respeto al mar, puesto que allí había perdido a su tío preferido, muerte desde la cual nunca más se había atrevido a bañarse. Ese tío muerto, y el hijo de él, le había quitado a su esposa. Que diferentes esas dos personas. Pero algo ese día era diferente. Algo lo tentaba, algo despertaba dentro de él y pedía que le den lugar, que lo dejen nacer; y no era hambre por los churros, ni las pulseritas que vendían en la playa. No era algo que anduviese por tierra, sino en el mar; a lo lejos, en el horizonte, detrás de la la linea visible de agua… era una voz familiar que lo invitaba a unirse… eran los gritos de ahogado de su tío, que pedían auxilio, atragantado por el agua a borbotones.
J. Oía algo así como:
“Auxghhh… Auxghhh… ¡AUXILIOOOghhh! …. …. Auxilghh…”
Sin pensarlo, sin discernir que se trataba de una alucinación, decidido como hacía años no estaba, J. se arrojó al agua y comenzó a nadar descontroladamente, tratando de recorrer el mar en pocos segundos. Nado hasta quedar exhausto sin detenerse, cruzó arrecifes y acantilados, sobre peces y bajo gaviotas, hasta finalmente detenerse. Agitado, dio vuelta y miró la costa de donde venía, pero no vió nada. Hacia cualquier lado que observara, lo rodeaba el mar. No había salida firme de allí.
La amplitud del oceano comenzó a asfixiar su diminuta existencia; su fragilidad se hacía añicos ante tan ampuloso cuerpo liquido y azulado. No pudiendo contenerse, colmado de desesperación, comenzó a padecer palpitaciones. El aire le faltaba. Aunque intentaba mantenerse a flote, cada vez se hundía más y para evitarlo, debía nadar más rápido, ejercicio que lo agotaba rapidamente y le hacian perder el control, y para peor seguía hundiendose. Enfrentado a su propia vida, solo frente al mundo, en medio del mar, J. sintió estallar su corazón, y luego de un dolor súbitopunzante, quedó desmayado flotando lejos de todo auxilio. Una muerte inminente asediaba la vida de J., cuando sorpresivamente, una ambulancia de mar lo encontró flotando, lo cargó y lo llevó hasta la costa, desde donde fue trasladado inconsciente, hasta el hospital Lameme El Delgado, de Nusterweek.



2

Recostado sobre una camilla desplazable, J. recorría a toda velocidad los pasillos del Lameme, accionado por los enfermeros y el médico, que lo llevaban a la sala de urgencias a toda velocidad. Con una mascarilla intentaban darle oxigeno, dado que estaba padeciendo un paro cardiorespiratorio. Llegados a la sala le hicieron rehabilitación cardíaca, y afortunandamente, el bobo, recomenzó a pulsar.
Una muerte de veintiocho segundos toleró, el debilitado y ajetreado cuerpo de J.
En medio de la nebulosa que apesumbraba a J., pudo ver que dos enfermeros lo lavaban. Luego lo vistieron y lo llevaron en camilla, a terápia intensiva. Ahí pasaría unos días en rehabilitación.
A las dos horas del accidente, ya conciente pero sumamente fustigado, una señorita vestida de blanco visitó a J. para hacerle unas preguntas.
-Buenas tardes, señor- saludó la señorita-, me llamo Malena- agregó-, soy la administradora del piso- agregó, sin dar lugar a que J. salude-. Tengo unas preguntas para hacerle- continuó, y sin preguntarle el estado de salud ni cualquier otra banalidad, comenzó:
-Nombre Completo.
j. pensó un rato, como ido, luego respondió:
-J. C. C., y tengo 8 edades.
La señorita quedó absorta, y con dificultad preguntó cuando pudo salir del asombro:
-¿cómo qué tiene ocho edades?
-¿Qué te importa? Respondió irritado-. ¿O acaso en mis años de vida está lo que constituye mi propia vida? Mi edad no dice nada de mi, estúpiuda- retrucó con violencia.
Casi horrorizada, Malena clavó postura militar, y subiendo el tono, logró controlar el miedo, y contraatacó:
-Escuche usted señor: No me falte el respeto ni levante la voz, porque para eso lo mandamos a una comisaría. Acá queremos ayudarle, así que por favor tenga la cordura de permitirnos trabajar en paz. ¿Quedó claro?- preguntó reafirmando su poder. Ante el silencio de J., repitió, alzando el tono-: ¿Le quedó claro?.
-Nooooo… soy tontoooooo, no entiendoooooooo…..
La señorita puso cara de repugnancia, sacudió la cabeza y señalandolo con su uña larga y afilada, pintada de violeta, amenazó:
-Ni una impertinencia más, o lo hago detener, rufián- etiquetó.
Como desafiado a combatir, J. se sentó y comenzó a aullar y sacudirse sobre la camilla, como un chimpancé desacatado, intimidando a Malena que retrocedía sin ser conciente hacia la puerta. Luego de un acting de diez segundos, J. recobró la calma.
-¡Ya verá! ¡Ya verá!- apercibió con firmeza la señorita, señalandolo con el mismo dedo, ante lo cual J. descarriló, y ya se bajaba de la cama para abofetearla, cuando la señorita arrojó lapicera y cuaderno al aire, y a los porrazos salió corriendo a toda velocidad, doblando accidentadamente hacia el corredor, en el que por el ruido de sus tacones, se pego deportiva patinada. Entonces J. se quedó en el intento, subió el pié a la camilla, y sin comprender porque se encontraba tan malhumorado, se empezó a hacer el dormido para que no puedan interpelarlo tan lucidamente.
A los pocos minutos del mal entendido, llamemosle así para soliviar la responsabilidad de nuestro personaje en los hechos, ingresaban a la habitación dos oficiales, uno de cada sexo, pero ambos dos reconvertidos sexualmente a su contrario, seguidos por Malena, y el psiquiatra que atendería a J.
-Señor ¿Cuál es su problema? Preguntó sin vueltas el oficial.
J. Se hacía el dormido. Por lo que Malena comenzó a reatar en voz alta los acontecimientos.
Los contó tal cual fueron, y J. escuchó la historia y le sonaba a que tenía toda la culpa, pero no podía dar ahora el brazo a torcer, o se lo retorcerían aun más en la comisaría. Mientras escuchaba la barracuda y parlinchesca voz de Malena, pensaba en como proceder para salir holgado de menudo apriete.
Decidió hacer lo siguiente. No hablaría con más de uno a la vez. No hablaría frente a todos, bajo ninguna circunstancia. Entonces, interrumpiendo a la señorita, finalmente habló:
-Esto es un circo innecesario. Lo que ella dice es verdad, pero como toda verdad, es parcial. Si quieren que cuente mi verdad, deben escucharme, pero para eso, necesitamos hablar personalmente; no puede una verdad contarse a todos por igual; eso sería una mentira. Mi verdad, la doy en intimidad, esa es mi condición- auguró con demagogia, y se dio vuelta haciendose el desinteresado.
Los rostros de todos con su inexpresividad, expresaban el mambo que les había armado emejante exposición. Y al parecer, surtió efecto, puesto que los oficiales, jóvenes quizá para cargar con la autoridad, cedieron al pedido, y aunque esto le disgustó al psiquiatra y a Malena, estos no arguyeron nada por temor a contradecir las ordenes oficiales.
Primero habló con los oficiales, a quienes dejó entrar de a dos dado que por su profesión se los podía fusionar a uno. Les dijo que estaba muy mal herido de amor, y que era quien siempre quedaba detenido por hacer berrinches y chirimboletas en el centro, pero que era un tipo tranquilo, criado a bien, y siempre católico (esto era mentira pero le daba gracia la compasión que esto generaba en la gente).
Los oficiales le recomendaron calma, puesto que sino deberían detenerlo, y ante los ruegos de J., le juraron mediar entre él y la señorita, para que todo se resuelva por la vía de la paz.
Luego entró el psiquiatra, quien con una mirada afianzada a los incuerdos, sin embargo, lo observaba con desconfianza. Medio de costado, repeliendo el contacto directo. J. lo saludó tendiendole la mano, la cual el psiquiatra, apodado Pepe, tomó, y agitaron en conjunta señal de confianza.
J. era entrador, y manejaba las señales que desencadenan la amistad entre las personas, con maestría, puesto que a lo largo de su vida, se había interesado en ser parte de los que transmiten la paz en el mundo. Pero hoy era un día particular. “Hoy estuve a punto de morir doctor” dijo a Pepe. “En verdad hace tiempo estoy a punto de morir; una muerte sin causa, una muerte por despedazamiento; como cuando una represa agrietada colapsa y deja pasar en un santiamén todo lo que mantenía; así moriré yo de dolor y a puro destriperio…” y comenzando a lagrimear prosiguió: “usted debe entenderme: mi mujer me ha dejado por otro hombre. Un hombre de mi sangre, un primo mio, que para peor, tiene una nariz gigante… ¿qué es lo que le ha visto a ese patán?” y largó un llantó desconsolado invitando de brazos abiertos al psiquiatra a que lo abrace. Pero hombre frío y ético, el psiquiatra lo mantuvo a distancia y solo lo consoló con su mirada y sus palabras.
-Debes estar tranquilo, o tu estado tardará en recuperarse. Entiendo tu pena, hermano, pero la vida sigue, y tiene otros sabores que probar que una mujer, disfruta la vida, que es solo una-. Luego de una reflexión aparentemente sincera, el Pepe agregó a modo de chiste, para levantarle el ánimo:
-Seguramente ese primo que te ha traicionado, y que es narigón y según dices, patán, tenga un atributo significativo, acorde al tamaño de sus defectos- crucificó, riendo en voz baja de modo sarcástico.
J. se enervó al punto que estaba por saltarle a golpearlo, cuando el psiquiatra lo sacó de su ensueño al decir:
-Yo soy Pedro Fernandez, y soy tu psiquiatra designado. Te seguiré de cerca para poder controlar que todo vaya bien. Solo queremos que te recuperes.
J. escuchaba esta chachara, y solo lograba enconarse. Gracias a esto pudo entender porque le causaba tanto asco tratar con empleados del sistema de salud, aunque todavía la idea no era clara y solo luego de un tiempo, comprendió con claridad.
Lo irritaba la mentira, y para J. era mentira que el hospital deseara su bienestar. Lo que deseaban era plata. Puesto que miles de personas mueren por no tener salud, y eso por no tener dinero. “El objetivo es el dinero” pensó en voz alta, sin contenerse.
-¿Cómo?- interpeló atento el psiquiatra.
-Nada- respondió J.-. Solo que no creo en ustedes.
Asombrado, Pepe profesó:
-¿Asíque no crees en nosotros? Pues te informo que somos los únicos que podemos hacer algo contigo; gracias a nosotros la gente vive hasta los ochenta años y mantienen su salud casi integra durante toda su vida. Si no fuera por nosotros, ahora estarías enterrado en la…
-Hecho abono estaría, eso es lo que pasa con los muertos; regresan a la vida, todo lo que compone el universo se desplaza, y eso para mi también es parte de la vida- interrumpió atolondrado J-. La vida no es solo humana, ni siquiera animal, la existencia es en sí, para mi, un modo de vida.
Luego de pensar lo oído, Pepe condenó, ofendido pero cauto:
-Por lo que veo, eres un tremendo ignorante. Puede que estés loco, pero de eso no eres responsable. De lo que deberías hacerte cargo es de tu ignorancia. Si no fuera porque tengo el compromiso ético, te dejaría librado a tu suerte, si tal es tu deseo- y finalizando con esto, dio media vuelta para retirarse. Estaba llegando al dintel, cuando de atrás J. reprochó:
-Como la inquisición.
Pepe volteó furibundo.
-¿Qué dices?
-Que el sistema de salud haría de los que no creen en la medicina, como hacía la iglesia católica con los que renegaban de dios. Los quemarían, si no fuera porque hoy, hay un compromiso ético que respetar- fundamentó J.
Ante el desconcierto del psiquiatra, continuó:
-No es mi salud lo que persiguen, sino mi dinero, y yo no tengo nada, por lo que tendrán que exprimir al gobierno. Ja, Ja, Ja- dijo riendo a toda voz-. Yo no voy a ser victima de sus ambiciones. Conmigo se joden, y no se llenan de plata a mi costa. Yo no tengo nada, y podrían dejarme en la calle en este mismo momento, que es lo que harán cuando vean que por ningún medio conseguirán dinero que me pertenezca, pues nada me pertenece.
Con cara de indignación, Pepe lo mandó al infierno, y fuera de sí abrió la puerta para retirarse, cuando J. le gritó:
-Son los herederos de la iglesia. ¡Mafiosos! No me someteré a su orden- alcanzó a decir, antes de que le cierren la puerta.
Por supuesto, Malena ni hizo el intento de entrar, y durante toda esa noche lo mantuvieron bajo llave, y sin dispensarle ningún tipo de cuidado. Ni alimentos ni agua, si queria algo podía ir al baño, que era todo lo que tenía. Una especie de suplicio, al mejor estilo católico, donde dan tiempo y lugar para que el afectado, se retracte en su actitud.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Un muelle extraño.

Caminaban bordeando la rambla; el mar, invisible, se agitaba en la oscuridad con una contundencia estremecedora. Olas pesadas parecían arrasar sin timing contra los pilares que mantenían vil al antiguo muelle de madera. Era una noche calma, la que atravesaban él y ella, que pernoctaban ocasionalmente, bordeando la rambla contra la que dormían mendigos, mujeres abandonadas con sus críos, contra la que se agrupaban pandilleros y trabajaban los profesionales del sexo, en la que los laberintos de viento zamarreaban toda la inmundicia que arrojaban los mundanos. A Martín le daba impresión llegar al muelle y avanzar sobre él, adentrándose en aquella desconocida oscuridad en la cual se atolondraba el salvaje rugido marino, bajo aquel muelle construido por los abuelos de Gimena.
-Acompáñame, necesito saludar a mi abuelo- suplicó Gimena, ante la resistencia de Martín. Habían caminado durante cuarenta y cinco horas bordeando las costas del atlántico desde Misiones hasta Buenos Aires, y ahora que llegaban a la entrada del entarimado de treinta metros, se paralizaba como un camaleón en defensa. Los estruendosos estallidos del oleaje, en medio de la completa falta de luz, le jugaban a Martín una mala pasada, quien creía que había riesgos de caer y ser sepultados para siempre fuera de la vista de cualquier ayuda, de ser comida de peces, en el mejor de los casos. Un miedo creciente iba adueñándose de su cuerpo, que estacado al piso, mantenía rígidas como zancos de platino sus piernas.
-Por favor- volvió a rogarle ella, que sin duda no había advertido que él se había orinado mesurada pero incontinentemente en los pantalones.
Sin alternativa, si no deseaba ser abandonado o engañado por esta mujer a la que amaba hace cinco años (pues había leído Freud, y este afirmaba que las mujeres insatisfechas sexualmente por sus parejas, o desenlazaban en una neurosis o en una infidelidad), debía apoyarla en su expedición. Así fue como Martín, tomándose con ambas manos primero una pierna, y luego la otra, fue levantándolas haciéndose dar continuados pasos, muy lentamente, cual si de hormigón estuviesen rellenas.
Gimena se emocionó de lograr que él avance, y sin poder contenerse al ver la estrella donde desde beba le indicaron descansa su abuelo, salió presurosa al galope hacia adentro, inmiscuyéndose en esa perceptualmente impenetrable ausencia de luz, que vulgarmente denominamos completa oscuridad. Martín intentó gritarle que lo aguarde, que no podía hacerlo solo, pero no le salió la voz. Él ya conocía de día el muelle, pero de noche nunca se había atrevido a pisarlo. En efecto, al no poder ver las tablas sobre las que avanzaba, tenía la certera sensación de que estas se movían más de lo normal, arriesgándolo a una precipitación inevitable. A cada estallido del agua bajo sus pies, sentía corresponderle un movimiento oscilante de las tablas. Además de esto, la distancia que había entre ellas parecía haberse agrandado; quizá faltarían algunas tablas, puesto que tenía que dar grandes zancadas para poder tantear, ciego y con cautela, donde asestar el próximo paso.
Habían pasado dos horas cuando despabilándose del miedo, recordó a Gimena. ¿Dónde estaba ella? Él llevaba recorrido unos insignificantes dos metros, es decir que le faltaba todavía el noventa y tres por ciento del muelle, operación que entonces consideró definitivamente fracasada. Pero como cayendo victima de su propia reacción panicosa, no pudo hacer ni un solo movimiento más hacia lado alguno. “Gimena” gritó, pero un vacío remoto devolvió un eco que sonaba a muerte. Titubeó, pero volvió a llamarla: “Gimena”, y esta vez, el eco fue interrumpido por un rugído de cocodrilo.
En efecto en la zona habitaban los Cocones, especie de cocodrilo nativo del Río de la plata, descendientes directos de los que habitan en el río Limay y que como consecuencia de los productos ecológicos arrojados al agua por la papelera ubicada en Fray Bentos, han mutado y han sustituido la larga cola por plumas, y las antiguas enormes mandíbulas por dos pincitas del tamaño de una termita. Por lo demás tenían en estómago de cuatro metros (antes tan solo cincuenta centímetros) por lo que podían devorar hasta diez personas sin masticar, de un solo trago, y sin vino. El rugido se oyó oscilando entre las incesantes ondas aguadas en alguna parte de ese mar turbulento. La luna nueva, completamente, no brindaba ni un destello de luz. Tan oscuro estaba todo que martín debió tocarse los ojos para confirmar que los tenía abiertos. También se tocó el rostro, para saber que no era todo un sueño, y como iracunda señal irónica, como para terminar de despistarse, oyó con trémulo un grito horroroso de ella, sin discernir su procedencia, con lo que quedó sagazmente petrificado como una estatua de bronce construida por el mismísimo Jaroslav Rona, el que hizo el homenaje a uno de los mejores de todos los literatos, y colocó la obra en la ciudad de Praga.
¿Qué pasaba con Gimena? ¿Dónde estaba? El sospechaba desde principio la peligrosidad de ese muelle. ¿Por qué había aceptado ingresar? Intentó gritar su nombre, para ubicarla, pero cualquier intento se transformaba en profunda angustia que desgarraban su corazón y empilchaba de lágrimas sus ojos grises, que solo se limitaban a acaudalar la amplia afluencia de lagrimas, que entre las tablas, caían de a chorros directo al mar, haciendo que ascienda su nivel rápidamente.
Si los pilares separaban la cima del muelle a dos metros del agua, en media hora Martín consiguió que el agua llegue a estar a solo veinte centímetros de las tablas. El oleaje continuaba, ahora más bravo, y él que no podía moverse. Sentía la efervescencia de la espuma subir hasta traspasar las tablas, llenándole de sal las zapatillas, al par que las gotas expulsadas de las colisiones le bañaban el rostro tieso, en el que los ojos rígidos se posicionaban como gendarmes en un desfile, sobre su mandíbula contraída cual subversivo picaneado. Los brazos en jarra, y una pierna detrás de la otra (tal como había quedado congelado al escuchar el grito de su amada, mientras avanzaba) pese a que podía pensar y nada cohersionaba el fluir de sus ideas dentro de su carne cerebral, no tenía voluntad alguna sobre su cuerpo que parecía responder a ordenes paralizantes del más allá, quizá, del beatísimo Juan Pablo II, honorable encubridor de pedófilos.
-Esta es su desgracia- pensó Martín, mezclando la pedofilia, con la histeria de conversión-. Me ha dado por conversionar- agregó al diccionario psiquiátrico, mientras analizaba su situación actual. Presa de las peores petrificaciones de su vida, victima de sus lágrimas y fácilmente asequible a un océano que acrecentaba su talla con el correr de su llanto en el tiempo, Martín terminó por perder la continencia anal, expulsando todo el alimento procesado previamente ingerido, o sencillamente hablando, cagándose encima de miedo. Los pantalones se inflaron sobre el calzoncillo, que se llenó de caca, y cuando estos estallaron, ya no aguantando los kilos de materia, los residuos de su propiedad alcanzaron por entero a los transeúntes que rondaban hasta a doscientos metros por la rambla. Pero felizmente esta descarga lo hizo volar por los aires, caer sobre las tablas del muelle quince metros más adelante, y como despojándolo de cualquier posesión, pudo ponerse de pié, y ya sin espíritus malignos dentro, avanzar hasta la punta del muelle, desde la que se puso a llamar a Gimena. Pero esta, entre bataholas, no respondía. Repentinamente el mar lanzó un eructo de satisfacción, con lo que informó que la había devorado. O así lo reconoció Martín, que de comunicación marina sabía bastante poco, y calló arrodillado contra las barandas, sobre las que apoyó sus manos y entre las que hundió su rostro, llorando por desconsuelo pero más todavía por incertidumbre.
Pero no había mucho que esperar, y por más que pidió explicaciones al cielo y al océano, ambos dos se limitaron con su inexpresiva sabiduría a omitir cualquier tipo de información.
Estaba secándose las lagrimas y los mocos con una bolsa de nylon –era lo único que tenía en el bolsillo-, cuando de reojo vió una sombra pasar detrás de él. Se volteó, y sintió la presencia de alguien alejarse. No llegó a verlo, pero el ruido de los pasos y el contorno indistinto de una energía humana, le anunciaron que no erraba en su percepción. Confirmó sus supuestos el hecho de que a los pocos metros ese alguien tropezó, golpeó la cabeza contra un banquito mal ubicado, y lanzó un “¡Auch!” que ahogó en su propia valentía para no hacerse oír.
Los nervios de Martín se crisparon de tal modo que sin dudarlo, salió a la carrera tras esta entidad con el fin de atraparlo. Si alguien había arrojado a Gimena al agua, si era posible que haya sucedido eso, solo podía tratarse de ese. Nadie más había en el muelle, o así parecía.

Un enorme barco pesquero en medio del océano, que estaba tan lejos que las luces se unificaban en una sola y pequeña, parecía avanzar del este al oeste. Pero esta percepción no fue más que un yero en los atrofiados sentidos de Martín, que agotado de esforzarse en medio de aquella tétrica aluminosidad, ya no distinguían entre realidad y alucinación. En efecto el barco se desplazaba en sentido contrario. No obstante siguió convencido de que alguien acababa de salir a hurtadillas del muelle; ¿o también era esto un delirio? ¿Y Gimena, dónde estaba Gimena? Por lo demás, aunque el desconocimiento del verdadero rumbo del barco logró distraerlo, empeñándose en descifrar el enigma, no reparó mucho más en eso dada la concentración que para avanzar a velocidad sobre el muelle necesitaba, y que la certeza de conocer el rumbo cierto de aquel flotante tampoco le cambiaría las cosas sustancialmente.

Sin respuestas llegó a la entrada del muelle, donde conecta con la rambla, y se encontró, para su sorpresa, frente a todos los afectados por su explosión anal. Eran entre veinte y treinta personas, y por su aspecto asesino requerían explicaciones que Martín en ese estado no pudo dar. Estaban todos despeinados por la onda expansiva, y sobre sus cabellos alargados, como sobre sus rostros, manos, piernas (quienes llevaban malla o pollera), pies, y la ropa de los afectados, predominaba un marrón oscuro con cuerpo y olor, untado con delicadeza sobre cada rincón de sus cuerpos, y él se asombró de que un sorete pudiese desparramarse tan bien sobre una superficie humana. “O quizá fue el Fernet” dedujo asociando en cuestión de instantes la modalidad de distribución sobre las personas con la densidad de la caca, por lo que infirió se trataba de un pensamiento reflejo. ¡Y se alegró de tener reflejos tan intelectuales!
Intentó aclarar los hechos, avisar la desaparición de Gimena, con quien “iba a tener dos hijos y una hermosa casa; el perro lo llamarían Blafun, porque ella amaba este personaje de Animé”, que habían ido al muelle a ver a su abuelo que reposaba sobre una estrella visible desde la tierra, así como también del presunto hombre que pasó por detrás de él, sigilosamente, en medio de la oscuridad, y que posiblemente habría sido quien arrojó a su amada (lo del barco dudo en contarlo, pues pensó que no les incumbiría; además eso podían verlo por sí mismos, era lo único que permanecía flotando en el oceano. ¿O no? Se dio vuelta para cerciorarse y la lucecita naufragante ya no estaba)… pero nada de todo esto llegó a decir, sino que lo pensó, y cuando lo intentó, entre sus balbuceadas atolondradas y sin sentido apenas si pudo diferenciarse un gemido de una vociferación, una gota de un hilo de saliva. Culminaba la obra que tanto irritaba a los demás, el que martín tenía el culo al aire, pues el estallido apenas le había dejado las bocamangas debajo de las rodillas. Enfurecidos, los –literalmente- cagados, levantando a Martín como si de un campeón se tratase, y como si lo hubieran planificado previamente o estarían motivados por la pasión que despertaba su admiración al líder, lo llevaron en brazos, haciéndolo dar saltos olímpicos, hasta la punta del muelle, desde la que lo arrojaron al agua mientras maldecían sus últimos momentos de vuelo. Afortunadamente un clavado espectacular basto para cortar el agua como con una navaja. Lo único que chocó sin aerodinámia fue el dedo gordo del píe, que grandote y cabezón, y contraído por un calambre, se salió del eje en el momento menos preciso, con lo que el agua se enojó y empacada, se resistió a dejarlo entrar así como así, apretándose contra él para que arda. Pero la suave textura de la uña esculpida y trabajada de Martín absorbió, por lo demás, la resistencia del agua, y permitió un ingreso de fantasía del dedo gordo del pié derecho, que Meolance o cualquier nadador hubiera envidiado de haberlo visto.
Lo arrojaron al agua. Pero el nivel del mar todavía estaba alto, mitad salado y mitad dulce lágrima, por lo que no le costó nada absolutamente tomarse del muelle y volver a subir, eso sí, desfachatado y pusilánime como un gato mojado, o como un genocida sumiso que al momento de ser juzgado, suplica respeten sus derechos humanos, sean compasivos como él lo fue con sus victimas, y se arroja al suelo pataleando para conseguir la simpatía de la gente, eximirse y quedar absuelto. Sacó del bolsillo la bolsa con que se había secado las lágrimas, que no solo estaba completa de agua, sino que dentro le nadaban un par de peces. Pensó en arrojarlos al mar, con bolsa y todo, pero reconoció que por como se venía dando la jornada, y las complicaciones que tendría al otro día haciendo denuncias y trámites por la desaparición de Gimena, sería tan apremiante que no tendría tiempo de comer, por lo que era buena reserva esa de los peces frescos. Para que no sufran, dejó la bolsa completa de agua, y se la colgó como un collar. “Soy muy original” respondería ante las eventuales burlas en el juzgado, la comisaría, o los transeúntes que divagan sin sentido, y son felices en cuanto ven una anomalía o algo de otro que les llama la atención, y que no dudan en utilizar como carnaza.
Por cierto, él estaba mucho más limpio que todos los que lo habían botado al agua, que aún rencorosos, estaban construyendo una barrera de alambre en la entrada al muelle, para dejarlo encerrado, y por si fuera poco, llamaron a algunas desempleadas, otrora lloronas de oficio, para que terminen de hacer subir el nivel del mar, y que Martín se ahogue como las victimas que ha lo largo de la historia perecieron durante la aplicación de la técnica de tortura llamada el “submarino”.

viernes, 9 de septiembre de 2011

EE.UU siempre el mismo tirano.

¿A alguien le quedan dudas de que detrás del ataque de los rebeldes al régimen de Al Gadafi –en Libia- Estados Unidos tiene importantísimos intereses? ¿Alguien duda de que a los rebeldes, muchísimas de las armas con que están triunfando en la guerra, les sean enviadas por EE.UU.? ¿Qué los panfletos que lanzan están subvencionados por EE.UU., y que CNN, entre otros medios de comunicación, colaboran informativamente en la destitución del presidente Libio?
Recientemente (hoy a la noche: 24/8/2011) una periodista de CNN ya hablaba de toda la plata que EE.UU. va a inyectar en Libia para generar un gobierno democrático. Unos mil millones de dólares. También ya hablaban de lo que sucederá con el petróleo. ¿Qué seguimos dudando?
Es cierto que Francia y gran Bretaña también hacen presión pues quieren su parte, pero centrémosnos en el antiquísimo imperialista.
I

Para comprender por qué EE-UU se mete en asuntos que no le corresponden, puede compararse esta acción con la liberada en la guerra contra Irak el 20 de marzo de 2003, que no ha sido nunca aclarada, ni los argumentos presentados por Bush –presidente del imperio invasor- como motivo del ataque han resultado convincentes. Al contrario, demostraron una hipocresía absoluta.
En la enciclopedia Wikipedia, dice respecto al ataque a Irak:
“La principal justificación para esta operación que ofrecieron el Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush y sus aliados en la coalición, fue la falsa afirmación de que Irak poseía y estaba desarrollando armas de destrucción masiva (ADM), violando un convenio de 1991. …sostuvieron, de un modo interesado y tendencioso, que Irak representaba una inminente, urgente e inmediata amenaza a los Estados Unidos, a su pueblo y a sus aliados, así como a sus intereses.”

Una vez mutilado Irak por las fuerzas norteamericanas, los inspectores se encontraron con que el país vencido, no contaba con ningún Arma de destrucción masiva. Los servicios de información e inteligencia (CIA) de EE.UU., fueron severamente criticados. Pero no era un error; su información consistía en una mentira. Una clara escusa para el ataque.

Para intentar justificar el ataque, no obstante, involucraron al toletole de rumores y mentiras, una información que tampoco nunca pudo ser verificada:
“Algunos funcionarios de los Estados Unidos alegaron que Saddam Husein (presidente de Irak) y Al Qaeda (bajo el mando de Osama Bin Laden) habían estado cooperando, pero no hay pruebas de que exista una relación de colaboración.”

Por tal motivo, Irak se convertía en amigo del enemigo, del terrorista, y era conveniente atacarlo.
Como recordamos, luego del atentado del 11 de septiembre de 2001 contra las torres gemelas, EE.UU. responsabilizó del golpe al grupo terrorista Al-Qaeda, del cual Osama Bin Laden fue uno de los creadores pero no el único líder. A Bin Laden lo asesinaron el 2 de mayo de 2011, en condiciones que realmente cuesta aclarar. A Sadam Husein cinco años antes. En ocasión de que Sadam Husein “tenía” –según creyeron- relaciones de colaboración con Bin Laden, era necesario atacar Irak por las mismas circunstancias que era necesario atacar y derrotar a Osama Bin Laden.
En 2003 declarada la guerra por parte de Estados Unidos a Irak, Sadam Husein tardó 9 meses en ser capturado por el invasor –la guerra solo duró cinco meses-. Estuvo a disposición de la justicia hasta 2006, día en que lo ejecutaron en la horca.
Husein murió antes que Bin Laden, que era el enemigo primero de Estados Unidos, sin poder expresarle claramente, porque le invadían el país, avasallaban sus estructuras, y mataban sus civiles. Las torturas realizadas en Irak entre 2003 y 2010, solo se diferencian en forma pero no en grado, a las aplicadas por el Reich de Hitler, o la conquista de los colonos a America.
En ocasión de su condena a la horca, Sadam Husein Gritó, entre ex colaboradores que insultaban al jurado:
"¡Larga vida a Irak!… ¡Dios es más grande que el ocupante!"

Pero EE.UU. –el ocupante- había creído conveniente atacarlo, someterlo, y matar a cuanto civil fuera necesario, con la escusa de otorgarle al pueblo la tan ansiada y hermosa democracia, y claro, de poder satisfacer las demandas de las multinacionales interesadas en el petróleo.

De modo que ni armas nucleares, ni relaciones de colaboración entre Irak y Al Qaeda, y al parecer instalar una democracia a costa de exterminio. ¿Por qué, entonces, lo atacaron?¿Qué buscaban los Yankees, que tanto les costaba explicar?¿Para qué era necesaria la muerte de los rebeldes (curioso es que a los actuales rebeldes libios los apoyen), la persecución de distintos grupos considerados terroristas, las sustituciones de políticos nativos por enviados especiales desde Washington y bien organizados por la CIA, la utilización de la base naval de Guantánamo desde 2002, como campo de concentración de prisioneros provenientes de los países orientales, donde los procedimientos son aún más sofisticados que los aplicados en los campos de concentración nazi?

“Otras razones para la invasión por parte de los funcionarios incluían las preocupaciones sobre el apoyo financiero de Irak para las familias de terroristas suicidas palestinos, violaciones de los derechos humanos por parte del gobierno iraquí, propagación de la democracia, las reservas de petróleo de Irak, aunque este último ha sido negado por otros funcionarios.”

Como vemos, a EE.UU. le seguía preocupando que Irak esté apoyando las acciones terroristas contra ellos –idea esta que no pudo ser fundamentada, y que sin embargo continúan expandiendo; ayer (9/11/2011) todo EE.UU. estaba en alerta, por supuestas amenazas del grupo terrorista Al Qaeda, que en ocasión del décimo aniversario del ataque a las torres gemelas de 2001, podrían tener intenciones de volver a atacar-. También le molestaba que violen derechos humanos (pero no les importó violarlos ellos). Además querían conquistar Irak para liberarlo de la tiranía de Husein e instalar su beneplácita democracia. Lo único que no fue reconocido por los propios atacantes, fue que tenían por objetivo la conquista de las reservas petrolíferas. Esto nunca lo reconocieron. Y hoy EE.UU., con sus empresas multinacionales, es uno de los principales beneficiarios de estos recursos.

Repasando muy poquito de historia uno advierte las verdaderas intenciones de EE.UU. No tiene amigos duraderos, y cualquier alianza es débil cuando hay ventajas de por medio. Viscosas telarañas suelen entretejerse entre el poder político y el poder económico; algo así dice Colapinto en EE.UU. el VI Reich.

En “1979, su ambiciosa política militar (la de Sadam Husein) junto con los intereses de multinacionales petroleras que ambicionaban los pozos del combustible ubicados en la frontera, lo llevaron a una guerra contra Irán (1980-88), en la que contó con el apoyo de Estados Unidos, Francia y la URSS.”

Estados unidos en esta ocasión apoyó al dictador iraquí, y obtuvo su gran tajada.
Pero 11 años después, los hechos cambiaron.
“El 2 de agosto de 1990, Irak invadió y se anexó Kuwait. A comienzos de 1991, una coalición internacional dirigida por Estados Unidos obligó a Irak a retirarse de Kuwait durante la llamada Guerra del Golfo.”

Esta guerra duró siete meses; fue liberada sobre Irak, Kuwait y Arabia.

“A pesar de la derrota, Husein (Irak) se mantuvo como presidente de la República y del Consejo del Mando Revolucionario, hasta que fue expulsado del poder por las tropas estadounidenses y británicas en la Invasión de Irak de 2003”.
De modo que en veinte años EE.UU. tuvo dos posiciones completamente diferentes para con Irak. Una de apoyo, otra de guerra. Finalmente, de colonización, como siempre terminan procediendo cuando lo que ellos quieren, otro tiene.
Los pozos petrolíferos le dan a borbotones millones de dólares. Pero necesitan más. No deberíamos tener muchas dudas, respecto al apoyo que está brindando a las fuerzas libias, a los rebeldes, no deberíamos dudar que detrás de estos conflictos, el que ordena todo, o gran parte del caos, es EE.UU., con su servicio de inteligencia, la CIA, y el apoyo, o más bien, el apremio, de las multinacionales que requieren más y más petróleo para saciar sus vicios expansionistas.


II
A la luz de los hechos, parece que Estados Unidos ha ido directamente al ataque contra Irak. No ha importado la escusa, sino el objetivo. Y han ganado la guerra. Sin embargo a los ojos de ellos, los que eran terroristas (acaso se defendían de su ataque) merecían ser supliciados de por vida. A este fin crearon campos de concentración clandestinos dirigidos por la CIA, algunos en Irak y en Afganistán, entre otras partes del mundo.
También la prisión de la bahía de Guantánamo, que ya se utilizaba como centro de detención para prisioneros haitianos y cubanos atrapados en alta mar, comenzó en 2002, a encerrar prisioneros afganos acusados de terrorismo.

Wikipedia dice así sobre la prisión militar establecida por Estados Unidos en la Base naval de la bahía de Guantánamo, al sur de Cuba:

El campo de detención de Guantánamo es un campo de concentración de alta seguridad… Desde 2002, las autoridades estadounidenses la han usado como centro de detención para detenidos acusados de terrorismo, la mayoría de ellos detenidos en Afganistán durante la invasión de este país que siguió a los atentados del 11 de septiembre de 2001...


…En 2002, una pequeña porción de la base fue usada para albergar dentro de los campos X-Ray, Delta y Echo, a prisioneros sospechosos de nexos con Al-Qaeda y el ejército talibán que fueron capturados en Afganistán…

…Guantánamo es sólo una parte del sistema de campos de detención que mantiene Estados Unidos en el exterior, y que incluye otros campos en Irak y Afganistán. Decenas de detenidos han sido llevados a Guantánamo desde otros centros de detención secretos de la CIA.

Ahora bien, lo curioso de este campo de concentración no solo es que sigan existiendo (muchos creímos que los de Hitler fueron los únicos), sino que los presos no son nunca procesados por la ley. Son, por así decir, invisibles.
Dado que…

Estados Unidos los considera "combatientes enemigos ilegales" -la mayoría están acusados de pertenecer a los talibán o a Al Qaeda-, y no prisioneros de guerra… entiende que no tiene por qué aplicarles la Convención de Ginebra y, por tanto, que puede retenerlos indefinidamente sin juicio y sin derecho a la representación de un abogado”

Esta característica aterradora de la prisión militar en Guantánamo, es posible dado que la bahía de Guantánamo se encuentra en territorio cubano, pero por el Tratado cubano-estadounidense, firmado en 1903, quedó bajo el control absoluto estadounidense; por tanto la gente detenida en Guantánamo se encuentra legalmente fuera de su país y no tienen los derechos constitucionales que tendrían si estuvieran retenidos en él”.

Es decir que los trasladan desde oriente hasta la bahía de Guantánamo, y ahí pasan a considerarlos ilegales como si hubieran llegado por sus propios medios. Una novela impecable saldría de esa historia si fuese ficción, pero es una cruda realidad.

“El hecho de que no se encuentren en suelo estadounidense -las autoridades no consideran la base de Guantánamo como parte del país- hace que no disfruten de los derechos que otorga la constitución de Estados Unidos a los detenidos, entre ellos, la presunción de inocencia o el derecho a un juicio con jurado.”
“Algunos juristas consideran que la situación se encuentra en un "vacío legal””.

De modo que en la Bahía de Guantánamo, Estados Unidos tiene un campo de concentración donde alberga predominantemente afganos e iraquíes, acusados de terrorismo, y donde por lo visto, y por el momento, nunca serán juzgados.

Para tener una idea del funcionamiento, basta saber que:

Amnistía Internacional calcula que el 80% de los detenidos están recluidos en régimen de aislamiento en el Campo 5, el Campo 6 o el Campo llamado "Eco". El Campo 6 se construyó para albergar a 178 detenidos. Es la instalación donde las condiciones son más severas. Los detenidos están confinados durante un mínimo de 22 horas al día en celdas individuales de acero sin ventanas al exterior.

¿Realmente merecen estar recluidos en campos de concentración estos sujetos, o forman parte de los excesos que siempre realiza EE.UU. cunado avasalla las fronteras y se impone como jefe?

III

Los procedimientos que EE.UU. estaría realizando detrás de los “rebeldes” libios, serían muy similares a los que desde siempre viene aplicando. Apoyo al bando que le conviene, traspaso de millones de dólares, equipamiento militar e ideológico; creación de falsas moralinas que desbaratan la posición del presidente o estado del momento; inyecciones económicas importantísimas para campañas políticas difamatorias, desde panfletos con falsa información, hasta radios clandestinas que supuestamente dicen una verdad, cuando solo inventan lo que al invasor (EE.UU.) le conviene que la gente piense, causando inestabilidades políticas y económicas, caos financiero, etc. De modo que en Libia seguramente tengan informantes libios que dan a la población Libia falsa información; campañas de desprestigio, como sucedió en Chile, Guatemala, Costa rica, República Dominicana, Irak, entre tantos otros países de América, o el resto del mundo, en los que al poco tiempo EE.UU. no solo conserva sus intereses sino que los ha incrementado. Al parecer solo cuba opuso resistencia y la misión de conquista por parte de EE.UU., resulto en rotundo fracaso. Y bien avergonzados siempre se han sentido por ello. No por atacar, vicio ineducable de estos reyes del desenfreno, sino por haber fracasado, y quedado expuesto frente a los ojos de todo el mundo.

Mirar dos minutos de CNN ya manifiesta que detrás de los rebeldes se encuentra con pleno apoyo EE.UU. Desde el momento mismo en que apoya a estos rebeldes en su lucha, y en cambio es capaz de suprimir a palos y muertes a cualquier manifestante que pida por justicia y trabajo o educación (como está sucediendo con chile donde el otro día murió un joven de catorce años que iba a estudiar), uno se cuestiona cuales son los parámetros que usa la policía para considerar rebelde a alguien y en consecuencia reprenderlo. Lo cierto es que posiblemente, luego de acabada la conquista Libia por parte de los rebeldes, EE.UU., como acostumbra, rompa el pacto de colaboración que los ata a ellos, y finalmente se apropie de gran parte de las reservas petrolíferas, sin importar si es necesario seguir derramando sangre, hasta que la ansiada democracia quede impuesta por fin, y se maneje con las reglas del comercio imperialista, y bajo la supervisión todopoderosa del magnífico Dios.

Pero no es tan simple la cuestión y son varios los interesados que llevan a EE.UU. a invadir otros países. No solo podría acusarse al país de América del Norte de ser ambicioso y por tanto despiadado en su conquista colonizadora, también presionan las empresas que persiguen a toda costa el petróleo –o el recurso que sea-, la CIA que planea todas las estrategias de conquista (que ayudo a los nazis luego de la segunda guerra mundial a escapar de Europa a cambio de que presten sus servicios militares), y el Vaticano que apoya los golpes con la ventaja de imponer, junto a la democracia imperial, el cristianismo como doctrina dominante; Y para cerrar el circulo cuentan con el apoyo de los grandes medios informativos, que contrario a la opinión de la gran mayoría, moldean, forman, disciplinan el pensamiento de la gente, prácticamente sin que esta lo advierta. Dicen lo que les conviene a EE.UU., y así dan a la gente las ideas que deben pensar, y no otras.
Entre estos medios el caso de CNN resulta sumamente alevoso. CNN, canal supuestamente neutral, de información veraz y de calidad mundial, no hace más que lanzar confusos mensajes, afirmando cosas que luego niegan, o negando afirmaciones emitidas solo unos minutos antes con absoluta certeza. Funciona con una tendencia claramente post imperialista, defendiendo con un celo inusitado los intereses de sus amos estadounidenses. Tan solo algunas afirmaciones de CNN, que tomé de las programaciones televisivas, bastan para comprender de qué modo, CNN está apoyando a EE.UU. en el golpe realizado a Al Gadafi por parte de los rebeldes (en este caso; pero si vemos a lo largo de la historia, CNN prácticamente nunca se ha opuesto o difamado a EE.UU.)

Como ya se dijo esta influencia de los medios sobre la opinión popular, ha sido ultra manipulada por los Estados Unidos a fin de controlar el pensamiento de la gente en todos los golpes de estado que han realizado en los últimos ciento cincuenta años.
Sin duda CNN es un canal tan yankee como la misma CIA, defiende los intereses de estos y conforme relata los hechos del modo más conveniente. Si es necesario que sus reporteros desprecien a algún sujeto en particular –por una de estas campañas de difamación-, estos buenos empleados están dispuestos a obedecer en el acto, y llamar subversivo, o marxista, o comunista, o rebelde, o ateo al que desean deponer del poder. De este modo las trampas impuestas a muchos países se le vuelven insorteables, dado que las mentiras de estos medios de comunicación, no permiten el esclarecimiento concreto de lo sucedido, sino solo posturas ideológicas partidarias a los Estados Unidos.

De algo así acusa Evo Morales actualmente a Estados Unidos. Hace dos días (22 de agosto de 2011) en La Nueva Provincia salió una cita donde ratificó la acusación al país del norte, aduciendo presunta complicidad entre EE.UU. y los grupos indígenas que se han manifestado en contra del presidente boliviano. Al parecer Evo con sus leyes de nacionalización de algunos recursos, además de la ley agraria para devolver tierras explotadas por capitalistas a campesinos pobres, entre otras medidas que tienden a fortalecer la economía del país y a correr a un lado las interferencias por parte del país norteamericano, le han causado enormes trastornos a las empresas imperialistas, a EE.UU., la CIA, y el Vaticano, dado que también Morales habló en contra de los ultraconservadores cristianos. “…la Iglesia Católica en Bolivia es la “principal enemiga” de las reformas que el gobierno quiere implementar en su país…” y “…acusó a los "jerarcas de la iglesia" de ser "instrumentos del imperio…” Menuda provocación al cuarteto de la muerte que desde hace cientos de años vienen arrasando contra viento y marea, superando los mares y pisoteando los derechos humanos. Sin embargo Washington negó esta acusación, según informó CNN, y no se habló más del tema en casi todo el día. La atención, pues, está puesta en Libia. Y Está centrada en afirmar que los rebeldes libios están luchando por una causa justa.

Para terminar veamos solo algunas afirmaciones de CNN, donde apoya y defiende los intereses de EE.UU. Las citas fueron copiadas textualmente de CNN. La información sesgada, confusa, contradictoria, y ventajosa a los rebeldes por parte de CNN, resultan curiosos. El interés que tiene el mundo entero por que triunfen los rebeldes, resulta curioso. Creo que es suficiente con comprender su historia de deliberados ataques, su proceder impunemente silenciado por los medios, sus crímenes evitados por la justicia, así como recordar los miles de muertos que en nombre de una democracia cristiana han debido ser sacrificados, mientras los políticos hipócritas de Norteamérica, siguen enviando tropas al resto del mundo pues para ellos, han sido la nación selecta por Dios para hacer uso de las demás tierras, para imponer su imperio, que es tan brillante, y finalmente, para seguir siendo la potencia más poderosa del mundo.

A continuación, noticias de CNN en español. No hay ninguna a favor de Gadafi, sí en cambio de los rebeldes.

“Misiles (de Gadafi) dirigidos contra la población inocente.” Este mensaje lo vi varias veces y persigue que todos creamos que Gadafi está atacando a civiles, por lo que es necesaria una intervención.
“EE.UU. advierte que no saben si Gadafi estaría planeando una ofensiva final, y qué forma tomaría.” Generación de una tensión infundada, para avalar la guerra contra él.
“Gadafi tiene armas químicas: 25 toneladas de gas mostaza”
“Temen que Gadafi use este gas para intentar sobrevivir en el poder”
“Fuerzas de Gadafi luchan por recuperar el control del aeropuerto de Trípoli”
“Gadafi insiste quedarse en Trípoli. Lo mismo que supone el pentágono en EE.UU.” Todas estas afirmaciones se parecen a las de ayer, y siembran el temor en la gente, que se prepara y acepta, en consecuencia, que intervenga papa EE.UU. en su salvación.

Respecto a la guerra que están liberando, una periodista de CNN afirma:
“El camino hacia la democracia en algunos países se torna muy sangriento” Por lo menos fue sincera.

Y por otro lado, están las noticias Pro rebeldes, con un momentáneo apoyo a ellos:
“Los rebeldes están bastante organizados.”
“Guerra en Libia: La OTÁN lanza panfletos pidiendo la rendición de Gadafi.” Esto ejerce fuerza y presión sobre la gente que ocupa el poder en este momento para que se retiren. Como vemos, los panfletos son subvencionados por organismos ajenos a Libia como la OTAN.
“Soldados de Gadafi desertaron, abandonaron sus armas”. Nuevas invitaciones a rendirse y desertar.
“Nuevos combates en Trípoli: rebeldes dicen controlar el aeropuerto” (negación de la noticia de más arriba “Fuerzas de Gadafi luchan por recuperar el control del aeropuerto de Trípoli.”
“OTAN además de proveer armas mandó asesores militares a los rebeldes, pero la misión es proteger a los civiles.”
“OTAN no apoya a los rebeldes ni a Gadafi, solo a la población civil.” (Mientras la pantalla muestra una imagen de los rebeldes en Trípoli festejando victoria).
“OTAN: Se acerca el fin del régimen de Gadafi”.
“No hay duda de que el régimen de Gadafi casi ha caído”.
En estas últimas dos ya las expectativas son más certeras y parecen tener consistencia a corto plazo; pero por otro lado, al poco tiempo desmintieron esto, pues la verdadera situación permanece desconocida.

En todas las afirmaciones se vislumbra la intención deliberada de hacer creer efectivamente al público, que es necesario derrocar a Gadafi, pues es un mal para el mundo (acaso salga Obama diciendo, como tras el asesinato de Bin Laden, que “ahora el mundo es un lugar más seguro”, y una gran parte de la población yanqui, que de cabeza de loro tiene bastante, salga a festejar y beber en nombre de la paz y la democracia).

Y bien, ¿todavía podemos seguir dudando de que EE.UU. esté involucrado en esta guerra entre rebeldes y el presidente Libio, y que CNN les chupa el culo, al mejor estilo, pues disfruta beber de la mejor mierda?
Por cierto Obama en cas nada se diferencia del defenestrado ex presidente Bush. Sus políticas exteriores siguen siendo bélicas. Las leyes raciales continúan vigente. Hasta cuando en Oslo recibió el premio novel de la paz, auguró que EE.UU. seguiría haciendo uso de su fuerza y poder militar, en los casos donde sus seguridad se viera afectada. Menudo homenaje a la paz.

Ya se habla en CNN de qué va a suceder con el petróleo Libio (hoy 24/8/2011). Pero esta parte de la historia, el final de la historia, se las dejo a ustedes, aunque como toda película, siempre termina igual, y con final feliz para ellos, los imperialistas.

lunes, 28 de febrero de 2011

En busca de la libertad. (1 era parte)

Yo tenía fija una meta: liberarme de toda preocupación mundana y desprenderme de la realidad donde desde siempre, automáticamente estaba habitando. Tome entonces mi caballo predilecto y, en compañía de Máximo, mi perro, partí hacía el horizonte, en busca de la “libertad real” me decía. “se que puedo no vivir preocupado ni atormentado por tantas nimiedades, que me cargan la vida de cruces, de problemas, de insatisfacciones; y sus consecuentes médicos, mecánicos y psicólogos, que requerimos para remediar todos los males de tan atroz modo de vida. Apurado, siempre apurado, para obtener el dinero, que me mantiene vivo. No. Se que puedo vivir espontáneamente como un animal, siendo racional, y concebir mi vida y organismo, como elementos de la existencia que es necesario proteger (de la sociedad moderna) para poderlos disfrutar, para no sentirlos como meros penares. Que la existencia no significa sufrimiento: ¿a quién quieren engañar? Sufrimiento es, en lo profundo del alma, un placer; por cuanto todo aquel que habla y profesa sobre el sufrir y los errores y la dependencia de Dios, solo refuerza y fortalece su espíritu débil, que mediante la debilidad, consigue un enorme poder. Yo me abro, me voy de acá”.
En efecto, el caballo lo tenía en una quinta periférica a la ciudad, por esto es mi conjunción gaucho-ciudadano. De gaucho ya no conservaba nada, solo la inclinación a la naturaleza, en detrimento de la urbe y la tecnología mal usada. De ciudadano, en cambio, la mayoría de mis características de personalidad. Pero, las pocas cosas que detestaba de este tipo de vida, eran enormes cosas, que por tanto conducíanme a pensar que la vida en la urbe, tal como estaba planteada, no era conveniente para el bienestar personal y social. La gente forma grupos cerrados, con temores entre ellos, a la defensiva y, por tanto, predispuestos a la agresión; la persona recluida, replegada en sí misma antes que dirigirse al vínculo con el otro, que es desconocido, del que teme y al cual rehúye, se siente desgraciadamente solo. Que los intereses son muy altos y nuestra vida de ellos depende, y en consecuencia, las peores atrocidades se cometen en su nombre. De este modo, la vida en una tribu resulta lejos mucho más sana que la vida en sociedad industrial (llamémosle). En esta última el stress es común en los individuos, que sobrecargados (su sistema nervioso) de “energía”, por tanta demanda, estímulo, necesidades, terminan pagando las consecuencias de tan apresurado y asfixiante modo de vida. Luego, claro, todos los profesionales de la salud tienen trabajo, resolviendo los propios errores del sistema capitalista.

Eran alrededor de las seis de la tarde, verano, los matorrales bajo el cielo luminoso percibíanse diminutos y difuminados sobre la planicie, que parecía un océano marrón con sombras oscuras. Por donde yo iba todavía no había ningún arbusto ni pasto. Era una calle asfaltada, contra la que repiqueteaban las pezuñas descubiertas de Relámpago –así se llamaba mi caballo-.
Agotados de caminar, descansamos y proseguimos casi de inmediato. Ya habíamos dejado el asfalto atrás, pero nuestro ánimo de avanzar era tal que no podíamos detenernos, parecíamos los tres necesitados de libertad.
Finalmente llegamos a los árboles que desde lo lejos habíamos visto; ya era de noche. La luna, comenzando a alzarse, alumbraba al ras, no consiguiendo entrar en el monte compreso y compacto. Tampoco nosotros pudimos avanzar por ahí, debiendo desviarnos hacia un pasaje oscuro, compuesto por árboles enormes, que en su copa se unían, y por eso cerraban el túnel. Realmente eran túneles grandes, pero la oscuridad intraspasable volvían desconocidos aquellos caminos. Con precaución avanzamos los tres a la par: Máximo utilizando su magistral sentido del olfato y del oído. Relámpago utilizando su sensibilizada percepción para captar las vibraciones del entorno, y tanteando con las patas delanteras el terreno con suma cautela, para no caer desprevenido. Yo, que montaba sobre Relámpago, y que no podía ver nada, dado la oscuridad, no tenía ninguna función. O la única función que tenía, era guiar y dar coraje a mis compañeros. Ruidos tenebrosos resonaban en el túnel, pero eso era de esperar; por lo demás, solo yo los percibía, o me asustaba por ellos. Mis compañeros no percibían ningún peligro real. Repentinamente algo me toco la cara. Me agite desesperado, pero reconocí que era una enredadera; me quedo en el rostro la preocupación de tener alguna araña, pero no era más que una sensación. Al cabo de unos minutos, ya podía verse al otro lado la luz blanquecina de la luna anunciando el fin del cerrado túnel. Pero preferimos dormir allí; parecía un sitio seguro, al resguardo de cazadores, del viento y de la lluvia en caso que llueva.

Al amanecer siguiente, con todas las ganas proseguimos camino. Los árboles sucesivamente eran cada vez más verdes, húmedos, la vegetación más densa, ya casi no había matorrales con espinas, y cada vez aparecían más bellas y prolíferos vegetales, flores, e insectos de todo tipo y anfibios de cualquier color. Un macrosistema más amplio, compuesto de muchos más microsistemas. Avance bajo la brisa calida los frescos senderos arbolados, y llegue a un precipicio al borde de un río. Era un río de tamaño mediano, con un rápido caudal de agua. El agua era transparente, y podían verse bajo la superficie las grandes piedras redondas y llenas de algas. “Seguro si las piso me patinaría” me dije. “Además Máximo no pasa, la profundidad lo tapa”. Pasar parecía imposible. Además el río se extendía desde y hasta el infinito, en apariencia, atravesando rectamente todo el horizontalmente. Descendimos a la orilla para pensar más objetivamente midiendo y especulando las alternativas más viables. Máximo proponía caminar por la orilla hasta encontrar algún pasaje. Relámpago, seguro de su fuerza y confiado en su responsabilidad, sostenía que teníamos que cruzar por ahí. E incentivaba a Máximo diciendo que ellos saben nadar instintivamente. Que aparecería unos metros más allá, pero en la orilla del frente. Sostenía que si Máximo se ubicaba a la izquierda de él, dado que la corriente venía de ese lado, en caso de arrastrarlo se apoyaría contra él que, en sus propias ideas “no sería vencido nunca por esa insignificante corriente de agua”.
Yo debía decidir y no estaba seguro de nada. Para colmo, la costa del frente estaba mucho más sobrecargada de vegetación que en la que nos encontrábamos, con lo que no sabía certeramente si podríamos ingresar, o sí acaso conducirían a algún lado. Hasta el momento el viaje ya cumplía con su propósito: alejarme de la sociedad y no preocupar mi mente con planteos innecesarios. Pero esta nueva situación, en que debía resolver que hacer para poder continuar, los problemas volvían a dar el presente y afirmar su lugar en mi persona. “¡NO!” grite. “Vamos a cruzar. Máximo, vení, saltá”- le hice la seña desde arriba del caballo. Su rostro expreso un “¿qué?”. “Dale, saltá” le anime. Relámpago miró sorprendido, pero su valentía no le permitía hacer réplica alguna. Antes de que Máximo suba, infló su pecho oxigenando todo su cuerpo, posturandose así mucho más rígido y armado. Máximo subió, adelante mío, sosteniéndolo. “Vamos” le dije a Relámpago, que no dudo ni un instante y enfiló para el agua. Claro que siempre vacilando por precaución, comenzamos a cruzar el río. El agua rápidamente le llego a las rodillas. Unos metros más y le tocaba la panza, y me mojaba los pies. Para peor, todavía no habíamos llegado a la mitad del curso de agua, con lo era de preveer que sería más profundo aun. Relámpago, sin embargo, no flaqueaba en su tarea. Avanzaba sin demostrar temor alguno. Pese a que yo creía que no lograríamos hacerlo, el agua ya le llegaba a la mitad de la panza, me quedé callado para no quitarle confianza a él. El agua comenzaba a levantarlo del suelo y desplazarlo unos metros. De repente lograba hacer pié, pero trastabillaba y volvía a arrastrarlo unos metros más. Ya era tarde. Sin embargo, el estaba convencido de poderlo cruzar. Máximo estaba atolondrado, por momentos quería saltar al agua, esos intentos incomprensibles de salvación que actúan algunos seres en momentos de catástrofe. Yo lograba retenerlo e intentaba tranquilizarlo. Pero también yo me ensordecía y ya no podía pensar cabalmente. Relámpago era el único concentrado en lo que hacía. Todavía no temía. Pero al dar dos saltos más, el contundente torrente de agua que cruzaba el medio del río, logró hacerle perder el equilibrio, volteándolo, y cayendo yo y Máximo al agua, en la cual quedamos los tres derivados al curso del torrente. El caudal era veloz, y sin posibilidad alguna de dominio, veíamos pasar en sentido contrario todos los árboles que bordeaban el río. Mi temor a que haya cocodrilos se vio corroborado al ver un gran lagarto estirado sobre la orilla recargando energías con el sol. Ahí sí que me desesperé. Comencé a dar manotazos de ahogado, pero eran infructuosos. Entonces busque con la mirada a Máximo y a Relámpago, y los ví cerca de mí en las mismas condiciones: tratando de mantener la cabeza fuera del agua. La orilla del frente continuaba siendo espesa e inaccesible, pero igualmente, no teníamos modo de acercarnos hacia ella. Avanzábamos por el medio, como dentro de un carril, y de repente, vi lo que sería nuestra posterior tragedia.

Lamentablemente en lo que continúa de la historia, proseguiremos sin Relámpago, que murió herido al costado del arrollo. Sucedió que vimos el río desaparecer de repente; una altísima catarata nos esperaba a pocos segundos. Los tres nos movíamos intentando evitarlo, pero el agua era determinante y no le interesaban nuestros esfuerzos. Rápidamente el fin se acercaba, y la velocidad del curso parecía aumentarse. Antes de lo previsto, ya estábamos sobre la catarata y como catapultados, el agua nos lanzo a volar sin alas, hacía la base donde una inmensa fuente de agua gestionaba el caudal de la catarata. El único de los tres que grito aterrorizado fui yo. Máximo expresó marcado temor, y Relámpago no expresó sentimiento afectivo –no por eso quiere decir que no lo sienta-. Caíamos en picada, desacomodados, bajos las fuerzas del azar, del viento y de la gravedad. En ese momento pensé muchísimas cosas. Acontecimientos, ideas, sensaciones… Es cierto que el cerebro en situaciones de máxima exaltación, funciona de otro modo permitiendo así un pensamiento diferente, acelerado, más similar al sueño que a la conciencia (y quizá podría explicarse que, dado el aspecto asociativo del pensamiento y el lenguaje, en situaciones de alteración, el exceso de estímulo provocaría un aumento considerable en las asociaciones mentales, de lo que resultaría un pensamiento acelerado e intrincado). Contrario a los que dicen que “eso es imposible” está el hecho de que cualquier droga, u acontecimiento impactante o significativo, hasta según la época del año, o la fase del día que se atraviesa, todo incide en el funcionamiento mental y en el modus operandi del pensamiento, y por tanto no es descartable el hecho de que en situaciones apremiantes las ideas crucen por la cabeza no solo mucho más velozmente, sino también con mayor claridad y consistencia.
Íbamos irreversiblemente al agua, y la enrome distancia que separaba la base con la cima, se acorto muchísimo cayendo libremente. Yo logré acomodarme a medias, y caer de clavado. Me golpee un costado, y un poco la cabeza, pero salí relativamente ileso. Cuando asome a la superficie, no ví a ninguno de los otros dos. Miré desesperado hacia todos lados, de repente, apareció Máximo. Respiró profundo, y me dirigió una mirada de alivio. Pero Relámpago no aparecía. La desesperación comenzaba a colmarme. Intentaba sumergirme para ver debajo del agua, pero la tempestiva caída del agua volvía turbulenta las profundidades. Ya pensaba que había quedado muerto contra una roca, cuando lo veo subir a la superficie, en principio gravemente lastimado en el rostro. Como el agua formaba una especie de hoya y el caudal era casi inexistente, logramos empujarlo hasta la orilla, a la que el solo logro, con un marcado dolor abdominal, subirse y recostarse. Respiraba agitado y no podía inflar el torso pues le dolía enormemente. Le mire el muslo y la pata, y la tenía quebrada. Observe sus costillas al respirar, y vi que había una zona donde los huesos parecían rotos. De su boca comenzaba a salir un fino hilo de sangre, que al respirar a veces formaba burbujas con las que se atoraba. El golpe en la cara se lo había dado una piedra, y los huesos quebrados el impacto mismo de la caída. Con Máximo lo alentábamos a seguir, a que tome fuerzas, que se recupere, que lo esperaríamos, pero la conmoción era grande, y al parecer las costillas rotas le habían perforado algunos órganos. Por más que hicimos cuanto pudimos, y vivimos en carne propia la impotencia de no poder rescatar aun amigo, tuvimos que verle fallecer al poco tiempo del accidente. Antes de dar el último suspiro, me clavó la mirada, y pude percibir en su semblante, el ánimo y la confianza que me transmitía para que yo continuase camino. Con Máximo como aliado, sin más nada que hacer, empujamos a Relámpago al agua, y dejamos que el curso del agua se lo lleve. No consideré necesario enterrarlo. Yo creo en la naturaleza, en la vida y en la muerte. A él le tocó antes de lo previsto, pero también está la muerte dentro de las posibilidades de cualquiera. En este caso el agua lo había causado, y consideré adecuado entregarle su victima a ella.
Sin pensar en más nada, con el objetivo de proseguir camino hasta conseguir la verdadera libertad, continuamos avanzando, con una gran pena a cuestas.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Cuestiones metafísicas (Primera parte)

Caminábamos sin destino con dos personas más, que ya no recuerdo quiénes eran. Avanzábamos por la vereda y por la calle, cuando de repente, al darme vuelta para mirar lo que fue una intuición, veo, y oigo una enorme explosión, una llamarada de fuego que se alza pequeña en la lejanía, y la onda expansiva que llega segundos después junto al ruido me sacuden todo el cuerpo. Una segunda detonación procede a la primera, pero esta vez más fuerte, y a juzgar por su tamaño, más cerca, haciendome las ondas esta vez me caerme al suelo. Me escondo como puedo tras un auto, y una tercer explosión en cadena retumba por los cielos, y por el suelo una poderosa oleada de viento, arrasa contra todas las cosas pequeñas; a mi, me corta el pelo. La Primera explosión me despeino; la segunda me lo tiró todo hacia atrás; la tercera me rapo. Al parecer, las ráfagas veloces emanadas de las explosiones, eran calientes, muy calientes, y esta última había estado más cerca (aunque muy lejos), y me habría quemado, antes que yo lo sienta, todos mis pelos, que para peor había roseado con Kerosene para ahuyentar los piojos. Luego, silencio, de un día caliente y vacío, pero allá había quedado prendida una llama, de una tamaño incalculable. Aunque todo sucedió imprevistamente, y aunque nos había derrivado a los tres, sin embargo nos pusimos de pie y continuamos caminando. Aunque yo volteé la cabeza varias veces para ver las llamas, mis acompañantes no repararon en ellas, y solo vagamente hicieron luego alguna referencia. Llamativo fue para mi no oir ningún ruido de sirenas, de caos, de muerte. Alguien, en esas trágicas explosiones, debería de haber pagado con su carne. “Mi cuñado” pensé, que trabaja en una refinería ubicada hacía aquel lado de la ciudad… ¿estaría en ese momento en ese lugar?... pero el camino era arduo, y aunque no había viento, ni gente, ni obstáculos, ni policías, el camino era lo suficientemente exigente como para mantenernos concentrados en él. Pero en apariencia no había exigencia alguna. Nadie sabe que nos impulsaba a nosotros tres a avanzar sin rumbo y con tanto ímpetu. Inclusive un carnicero que justo salía a tirar el agua con sangre y lavandina, con el que había lavado una vaca media podrida, nos preguntó “¿A dónde van tan callados, ustedes tres?” Mis acompañantes ni lo miraron. Yo por cortesía le dirigí la mirada, y acunando los brazos le indiqué que no sabíamos. Mi rostro, fue esencial en aquel gesto. “Oh, niños” murmuro por lo bajo mientras se metía adentro. Pero uno de mis acompañantes se molesto sobremanera, al parecer, finalmente había reaccionado a algo. Es que veníamos muy ensimismados. Entonces, poniéndose colorado como alguien enfadado, emanando vapor por las orejas acompañados de un chirrido hirviente, salió al humo contra el carnicero, el cual apresuró el paso para resguardarse y cerró con traba la puerta. Mi colega, escupió el vidrio, lo maldijo, y prosiguió camino. Nadie más hablo de ello. Ni él miró a nadie, ni pareció recordarlo por más tiempo.
Caminábamos los tres con la cabeza gacha, rostro serio, los ojos clavados en ningún lado, más mirando hacia adentro que hacia fuera.
Sin que nadie lo diga y sin advertirlo, ya estábamos camino de regreso. Pero ¿de regreso a dónde? En verdad, sin saber por qué íbamos caminando por la calle, luego volvíamos, pero ¿de dónde veníamos? Instantáneamente me paralice, quede en medio de la calle y un auto debió tocarme bocina para poder pasar. Con eso volví en sí, vi a los otros dos continuaban caminando más adelante, pero sin embargo dí pasos lentos para correrme, puesto que mi energía estaba puesta en resolviendo otro tema: ¿De dónde veníamos? Caminábamos, está bien no saber el destino, pero el origen, la procedencia. Friamente, un súbito me recorrió todo el cuerpo, descendiendo desde la cabeza hasta los pies, para quedarse instalado en mi cuerpo. “¿Dónde está la respuesta?” me dije. Se quién soy pero ¿de dónde vengo, que hago acá, con quién estoy, dónde íbamos, por qué volvemos sin más, porque no hablamos, por que parecemos perplejos cuando en verdad estamos bien, qué fueron esas explosiones, por qué la aridez del clima me resulta tan bochornosa? Las preguntas desfilaron por mi mente como lava vertiendo por la ladera, que con suerte lo hace lenta pero contundentemente. Las ideas se apropiaban de mi cuerpo, pese a que el pensamiento era conciente de ello; ¡Hipócrita! No me dejaban caminar, me lo impedían. Las ideas se negaban a gastar cualquier mínimo de energía, y a que desvíe mi atención de ellas. El pensamiento por quién sabe que obstáculos sorteados, lograba dominarme el organismo. Una puntada en el riñón fue suficiente para que no intente revelarme. Los otros avanzaban. Pero en eso un perro que camina por la vereda se acerca hacia mí, se detuvo y me clavó la mirada. Lo miré y logre distraerme, y con eso gane terreno al sometimiento que estaba ejerciendo el pensamiento sobre mí cuerpo. A la fuerza muevo un pie, luego el otro, y rápidamente voy recuperando el movimiento. Pero el perro me miraba atento, con algo que decirme, o al menos por algo había avanzado por la vereda, hasta detenerse frente a mí. Y yo me iba sin más, en busca de los otros, que ni habían reparado en mí. “A la mierda” pensé con rencor puesto que a los otros parecía no importarle nada ni nadie, y volví hacia el perro. Él abrió la boca, y modulando con la lengua me dijo:
-¡Feliz año nuevo!
Sorprendido, lo miré parapeto, con cara de ojete, y le respondí:
-hoy es cinco hermano. ¿Hasta cuándo vamos a seguir diciendo feliz año?
-bueno, perdona- respondió el perro.
-sí todo bien. Es un comentario nada más. Pero ya paso.
-bueno, pero era para hablar de algo, amigo- Finalizó. Me enoje muchísimo por esa palabra. Amigo, ¿de quién? ¿De él? Si ni lo conocía…
-Ya vi muchos como vos- dije con coraje-, que se hacen los amigos y después traicionan.
El perro me miraba desconcertado, si el no tenía intenciones de pelea.
-¿eh?- proseguí-, estoy en lo cierto ¿no? Por eso te quedas callado. ¿Eh?
El perro me contemplaba mudo.
-¡Perro puto!- le grité agitando el cuerpo bruscamente hacia delante, levantando la mano y mostrándole los dientes, en claro gesto de provocación. Cuando levanto la cabeza, en la vereda detrás del perro, había una señora observando desde la puerta abierta. Me miraba perpleja, anonadada. El perro que estaba sentado la vió y se puso de pié moviendo la cola. La anciana le toco la cabeza, con lo que reforzó su amistad con él, y me lanzó una mirada de mayor desprecio. “Vaaah” proferí barriendo el aire con la mano, y di media vuelta para continuar camino. En eso sentí detrás un eminente toreo que se acercaba hacia mí, venía cargado y era constante, unos ladridos verdaderamente defensivos, al ataque. La primer respuesta que tuve fue salir corriendo, en eso lance una mirada hacia atrás sobre el hombro, y vi que era la anciana la que lanzando el bastón al suelo, venía ahora corriendo ágilmente en cuatro patas, como un perro, ladrando con recelo. Corrí y corrí hasta estar exhausto y caer desvanecido sobre el suelo. No se porque, pese a que ya no escuchaba los ladridos, no había pensado en ningún momento en detenerme. Había cruzado la ciudad y el campo. Ahora estaba en medio del monte, o del desierto, no lo se; bajo mi cuerpo algo pinchaba, pero podía ser desde un matorral hasta una piedrecilla. Pase un tiempo desvanecido e incomodo, periodo en que nuevamente, el pensamiento, está vez más tétrico, se apoderó de mi cuerpo. El resultado era una especie de alucinación, entre la asfixia y el delirio. Y tuve un sueño, entre otros, que todavía no se puede contar.