jueves, 18 de noviembre de 2010

Cuando uno menos lo espera

Venía andando en bicicleta, cansado, o más bien, relajado. Había estado haciendo ejercicios en el Parque de Mayo. De repente, al pasar una esquina, dos motos con cuarto chicas me arriban, una de cada lado, y bien cancheras como eran comenzaron a piropearme. Lo hacían de ambos lados, por lo que no me decidía a mirar para ningún lado. Para apreciar mejor el botín, solté el manubrio y me senté holgadamente sobre el asiento. Ahora sí. De un lado me decían cosas tiernas, del tipo “bombón, que lindo que estás”, o “papito, como tendrás ese pi…”, o “rubio de mi corazón”… del otro lado, en cambio, comenzaron con “si te agarro te parto todo”, o “tengo entre mis piernas la sabia de tu placer”, o “si me vieras cabalgando no agarrarías nunca más esa bicicleta”… Me causaban tanta gracia los unos como los otros, sin embargo me resultaban más cómodos los tiernos. Pero, para ser sinceros, respondía más atentamente a los groseros. En efecto, cuando me decían “te rompo todo”, yo respondía “ehhh ¿tanto?” acompañando las palabras con un exagerado gesto de sorpresa. Anduve media cuadra en la gloría, pensé que ese había sido un día verdaderamente fortuito. Pero, inesperadamente las que piropeaban groseramente, comenzaron a reírse de mí confidencialmente; no comprendí de inmediato, pero sin mayor disímulo, comenzaron a blasfemarme, diciendo que no era lindo, sino feo, y que me parecía “más a un mosquito que a un chabon” por la “nariz enorme”, “poseada”, “como un yunque con cráteres”, que tenía. Las miré seriamente, no me agradaban sus palabras. Con mi nariz se puede joder, pero siempre que me incluyan en la risa. Si ríen de mi, no lo tolero.
-Pero mírense ustedes- respondí- gatas desesperadas, están tan solas que piropean a cualquier vago-.
Rieron, “gatas desesperadas” repetían.
-Si si, vayan, dale, ¡que me aburren!- dije gritando. Las que estaban a mi derecha, las tiernas, permanecían calladas. Constantemente avanzábamos hacia la esquina.
-Muerto que sos- me dijo la que iba sentada atrás. La de adelante se limitó a sacarme la lengua.
-¿Y ustedes?¿qué hacen molestándome? Porque no hacen otra cosa que molestarme.
-cállate narigón- agregó la que manejaba-; pura trompa- me dijo la acompañante.
Las miré descabezado, un minuto más y saltaría sobre ellas.
-Hijas de puta…- alcancé a gritar con marcado nerviosismo, pero ellas ya se retiraban a toda maquina, como si nada de lo que hacíamos le interesare.
-Estas minas están re locas- les dije a mis piropearas tiernas. Asintieron levemente. – Y ustedes ¿también me vienen a fastidiar?- pregunté con clara irritación.
-no- respondieron a la par. –para nada. No se que les paso a las chicas. Las conocemos poco, pero no pensamos que eran tan desacatadas.
-¿en serio?- pregunté.
-sí, posta-. Atiné a reflexionar, pero la que manejaba añadió:
-Y para mí eres lindo en serio- con timidez, ocultando la cara para reír; la de atrás le festejaba el atrevimiento, y compartía con ella su opinión.
-¿cómo se llaman?- pregunté.
-Martina- respondió la que iba adelante-; Sofi- la de atrás.
-Ustedes también son muy lindas- dije-, demasiado.
Reímos todos. Que buena onda había entre los tres.
Algo en ellas me cautivaba enormemente, me excitaba con intriga, me excitaba el abdomen. “Algo que se recibe por las feromonas, pero que no se percibe”, la tan denominada “química”.
-Y vos ¿Por qué decís que somos “demasiado” lindas?- preguntó, atrevida, Martina, meneando el cabello.
-y- preparé el discurso- porque puedo tener intenciones disparatadas con ustedes, y de no poderlas cumplir me voy a sentir muy mal.
Rieron alevosamente.
-¿y cuales son tus intenciones?- preguntaron.
-No chicas, es broma- dije desviando la conversación, pero para que ellas mismas la retomen, agregué: - además, ustedes vinieron a mí, creo que yo les debo preguntar ¿Cuáles son sus intenciones?
Para esto llegábamos a la esquina. Venía un auto, y discordando, ellas se adelantaron a pasar, y yo frené, dándole paso al auto. Retome el pedaleo, y ellas me esperaban, avanzando lentamente en la moto. Mientras las alcanzaba podía ver que murmuraban algo entre ellas. Me hice el distraído al emparejarlas.
-Ya hemos pensado en cuales son nuestras intenciones- dijo martina, que era la que más hablaba, aunque la otra era para mí más linda.
-Díganmelas- respondí contento.
Al ver que no encontraban las palabras justas para comenzar, ayude quitándole gravedad a la confesión, insinuándole que de mi parte, todo estaba permitido.
-queremos probar algo nuevo- irrumpió casi violentamente Sofi.
-queremos sexo de a tres-terminó aclarando Martina.
Más información no necesitaba. En efecto, estaba todo cantado.
-ah. Bien- dije aprobando su manera sintética de expresase-. En mi casa podemos darnos el gusto. Mis viejos no están casi nunca, pero si llegan a estar, no tenemos que darles muchas explicaciones. Vamos a mi pieza y ya está, “a la computadora”.
Se miraron consultando, y afirmaron de inmediato.
-Buenísimo- dijo Sofi.
Mientras avanzábamos las guiaba, dirigiéndonos hacia mi casa. Era increíble aquella oportunidad, ¿no sería otra broma, solo que más pesada que la que me habían tendido las piroperas burdas?
-¿Tenés novia?- preguntaron.
-No. ¿Ustedes?
-Yo sí- respondió Sofi, riendo infiel: se mordisqueaba vergonzosamente la uña, y era tan linda-; ella no- señalando a Martina.
-Está bien- le dije a Sofi-, nada dice que haya que atarse a una sola persona. Disfrutamos del sexo, ¿no? Por qué reprimirlo…-. Un segundo de silencio, y les pregunté:
-¿son lesbianas?
Afirmaron ambas a la vez. Me refregué las manos de alegría. Tan solo imaginarlas, que sensual el cuerpo de la mujer: sobre otra mujer… o sobre mí. En este momento las veía a ambas sobre mí, disfrutando de nuestra juventud, belleza que se pierde con los años, y efectivamente, cuesta suplir por otros medios.
-¿y ya han estado encamadas de a tres?- continué indagando.
-Entre tres mujeres sí, pero con hombres no- respondió Sofi.
-Ah, ¿es algo nuevo de verdad?- dije bromeando-, también para mí.
-¿Nunca has tenido trío?
-No- respondí. –De hecho nunca he tenido sexo.
Me miraron desconcertadas las dos. Se les caía la cara. ¿Decepción?¿Había revelado algo secreto?
-¿posta?- preguntó Sofi en cuanto salió del turulato suspenso patidifuso en que la había dejado, boquiabierta, la confesión.
-Sí- dije algo avergonzado.
-Que casualidad boludo. Nosotras dos nunca tuvimos sexo con un hombre. Somos “vírgenes”.
-¿y tu novio?- pregunté.
-con el ando hace poco-respondió Sofi. Y ando por plata. Me cabe andar en el auto que tiene, conocer la joda en la que anda, pero no pasa nada, y como me hago la reservada, el no exige mucho.
-pero yo no tuve porque no pude, vos que podes…
-yo tampoco quería. Yo quería debutar por primera vez en compañía de una mujer y un hombre. Un hombre a solas conmigo, no me satisfacía para la primera vez. Considere esa una oportunidad irrecuperable, así que, como también me gustan las mujeres, quería hacerlo de a tres.
-Muy bien- dije, afirmando con la cabeza.
-¿y vos?- dirigiéndome a Martina, pero yo solo podía pensar en no embarrar de ningún modo la situación, en que por nada del mundo aquello no concluya, mientras Martina me hablaba. Necesitaba ser convincente. Actuar como un toro, sí, bien de Tauro que soy. Pero ¿ahora que sabían que yo era virgen? Pues tanto más, debía volverlas locas, energía acumulada tenía de sobra.
-Somos los tres vírgenes- añadió Martina-, ¿saben lo que podemos llegar a hacer?- dijo relamiéndose de ganas.
-Una experiencia inolvidable, para los tres, la recordaremos por siempre.
-Lleguemos que no me aguanto.
-¿Tenes preservativos?
-Los compro en la esquina de casa. Yo los pago, yo los invito.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Gato encerrado.

Como buen político que uno intenta ser (a diferencia de toda la sarta de pedantes que dicen hacer justicia y solo realizan descarados grandes hurtos) yo anoto en una agenda todo lo que debo hacer. No es fácil llevar un país adelante, pero alguien tiene que hacerlo. Desde pequeño empecé alucinar con eso; soñaba con ser respetado, como policía de película, hoy es una realidad, previo a la presidencia, digo las elecciones, me preparo para enfrentar uno de los obstáculos más apasionados de mi vida. Y esto debería alegraros a todos, pues yo disfruto haciendo política, manejando las reglas para beneficio de toda la gente, para que todos puedan educarse, acceder a internet, tener unas vacaciones dignas, y el año que viene, cuando haya miles y miles y miles de feriados (porque agregaremos 856 días más al calendario y 552 serán feriados), puedan pasarlo de lo más placido, tendidos sobre un sofá contemplando buenos y educativos canales de televisión. Sí, me leyeron bien, y efectivamente soy tan copado como parezco: quiero televisión nutritiva, que atraiga al público, que deje solo de sedarlo, que también le dispense alguna gratificación, porque en las condiciones actuales, digamos la verdad, uno llega a sufrir con la programación pálida que transmiten. ¿Y quién es el responsable? El presidente, porque es muy simple para él decir: esto no va más, esto sí, y esto que no está lo creamos. Muy ocupado me paso el día pensando la salida para un país tan vertiginoso, acantiloso, precipitoso, vulnerable, que se destapa más fácil que una hoya hirviendo, que puede destruirse más rápido que jarro de porcelana arrojado desde una azotea, que puede bailar en una pata, porque la otra se la cortaron a la vuelta de la esquina, donde viven los pibes chorros, esa modalidad que tanto abunda actualmente, de la que todos hablan más nadie hace nada. Yo, déjenme repetirlo con el tono bien alto, YO TENGO LA SOLUCIÓN. Sí, entre mis manos, en mi cabeza, la puedo transcribir sobre cualquier papel, y apenas un país me tome enserio, donde pueda aplicarla, verán ya floreces los nítidos retoños de una Argentina más audaz, heroica, misantropa, que no habla de solidaridad (eso es de tiempos pasados, conservadurismos que siempre sirvieron más de escusa que de solución), sino de violencia, de competencia, de globalización hacia los mercados mundiales, de erradicación de la pobreza.
Así es, lo he pensado todo, y en todo he pensado: mejor educación y trabajo; se acaba la inseguridad (esa que tiene patas y pelos, de la cual habla con tanto temor la gente, como si andaría caminando por la calle, sola, independiente, invencible). Una vez un mundo feliz*, le damos surco a un crecimiento económico desbordante, el país se enriquece y con él su prestigio; luego, el mundo es nuestra casa, podemos entrar y salir de él sin demasiadas explicaciones.
Luego de todos mis años de planificación he llegado, además de las conclusiones aquí brevemente expuestas, a pensar que mi lógica no tiene fallas. No podría compararme con Dios, tengo muy presente mi miseria, pero podríamos decir que si alguien en la tierra, además de Jesús, es el más indicado para proseguir con sus creaciones, entonces ese alguien soy yo.
Alguien de entre el público que estaba de pié, rodeando las sillas donde su ubicaban las personas de más prestigio, levantó su mano sucia, e hizo una pregunta que habría resultado de lo más interesante, de haberla hecho alguien de los que estaban sentados. Preguntó:"¿cuál es la medida para revertir la situación de las villas, que cada día crecen más, y dentro de ellas cada vez más personas quedan sin posibilidades de una vida digna?" Primero silencio, luego una risa, luego todas las personas que estaban sentadas reían, incluido el político, mientras las que estaban paradas parecían no haber comprendido, o al menos por la indiferencia que demostraban, lo que había querido decir.
El político permaneció en silencio, cabeza gacha, mordiéndose el labio inferior, tapándose con la mano la boca, ora rascándose la cabeza, ora acomodándose la corbata; pero sorpresivamente, cuando debía responder a semejante pregunta, continuó con otro tema, sobre estructuras para proveer agua a todos los habitantes, y demás, con lo que la conferencia entera prosiguió por ese rumbo.
Al muchacho que había levantado la mano, le daba vergüenza volver a preguntar ¿acaso no era pertinente su pregunta? ¿Acaso lo había explicado y el no había comprendido? ¿Acaso no eran preguntas dignas de preguntársele a un prestigioso político, él, que nunca había estado frente a tantas personas de renombre? Y como las personas de renombre habían reído de él, y así de rápido también habían olvidado su pregunta, creyó que era su insignificancia la que determinaba dicho desenlace.
Podía verse una tajante diferencia social entre los que vestían elegantes trajes y los que llevaban ropas usadas, gastadas, donadas por compasión; unos estaban sentados, los otros de pié, unos eran bien recibidos por la congregación, los otros omitidos, obviados como ignora un gran artista medio necio a todos los técnicos y personas que hacen posible su realización. Simplemente, unas palabras (las que venían de la silla) se consideraban oportunas, mientras que las otras no eran consideradas, sin más.
Continuaba su discurso este político que a tantas personas sentadas entretenía, que celebraban incluso con aplausos cualquier plan o proyecto futuro, y de los cuales podía verse en sus ojos sacarían algún beneficio. Pero a este hombre la pregunta le seguía resonando, cual una gotera de agua que, en medio de la noche, retumba como una demolición. Acaso su condición social lo favorecía a esto, y alguien de los que estaban sentados no lo habría pensado antes, o de haberlo pensado, no se hubiera hecho problema por esa situación. En efecto, cobrando valor, este hombre volvió a levantar la mano, sin interrumpir el discurso elegante, escultural, fino, guapetón, atractivo, majestuoso, esplendido, como un pimpollo, que estaba dando el político. A este ultimo, tan solo volver a ver esa mano, le subió la temperatura, pero como era ágil de-mente, lo disimulo hasta terminar la idea que estaba contando; nadie se dio cuenta de que el hombre había vuelto a levantar la mano, entonces de pronto, haciendo un gesto sarcástico, burlándose, quitándole relevancia al hombre mismo que levantaba la mano, dijo "¿Y ahora?" levantando los brazos, tirando el cuerpo hacia atrás, y uniendo las manos luego en forma de suplica, como si su intervención fuera de lo más padeciente. Ante esto todo el auditorio que estaba sentado rió; rieron felices, pues se alegraban de ver al político de buenos ánimos; los que estaban de pié, inmutables, no fruncieron el ceño. "quería insistir con esta pregunta: ¿qué va a pasar con las villas? ¿y con el abuso de poder por parte de la policía, del gobierno, de las empresas, del orden económico en general, y de la ventaja que obtienen todos estos sectores estando íntimamente relacionados y tras intereses comunes? ¿qué pasará con eso? ¿usted realmente está dispuesto a cambiar todo, o solo los parches más evidentes, y que peor funcionan?
Las preguntas llegaban más lejos: ante la ausencia de respuesta, antes de sonrojarse, el político sonrió, con lo que todos los que estaban sentados, que habían escuchado con atención al hombre de feo aspecto que hablaba de pie, y que luego le habían clavado la mirada en busca de respuestas al político, también sonrieron y carcajeadamente olvidaron sin más las palabras de el sujeto. El político, una vez más continuó.
Pero no le era agradable sentirse despreciado entre tanta gente que supuestamente escuchaba que decía, pero por orden de alteridad no tenía necesidad de comprenderlo; ya muchas veces en su vida diaria, social, había debido padecerlo, ver padecer a sus hijos, a su clase, ver infecundas apenas salían de su boca, las palabras intrascendentes que, desde una villa, solo vuelan al viento, y como humo en él se dispersan. No. No lo iba a tolerar mucho más. Volvió a levantar la mano respetuosamente, sin estorbar el , primoroso discurso del político; cuando este lo vio, no aguanto la rabia, y demostrando una parte oculta de su persona exclamo: "¿y ahora?". Ante la repetición de la pregunta, del desconcierto por parte de él para responder, de su falta de control de sus emociones, gritó, muy fuerte, las ultimas palabras de una hermosa conferencia, luego de lo cual se retiro, escoltado, a sitio más seguro: "los vamos a matar a todos. Bombas vamos a poner en las villas, veneno, no va a quedar ni un delincuente vas a ver, exterminarlos es la mejor y única solución para un país que quiere pensar en el progreso económico y social". Tras estas palabras, los que estaban sentados se pusieron de pie para aplaudirlo fervientemente.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Reprendido por Máximo.

Había terminado de comer cuando Máximo, mi perro, vino al lado mío y me dijo:
-Habrás observado. Nosotros no somos orgullosos ni guardamos reencor- clavándome la mirada.
Sorprendido exclame:
-¡Los perros no hablan!
Me contempló con calma.
-Bueno, entonces cree que estás loco, o soñando; me da igual, pero deberás escucharme, y verás por los efectos que te causan mis palabras que se trata de algo muy cierto, y que te compete por completo.
Lo observaba.
-Tú llegaste, y te sentaste frente al televisor como un trapo que se mueve en busca de algo sobre lo que arrojarse; te desplomaste. Yo te miraba detrás de la puerta de vidrio, esperaba un saludo. Me miraste en un momento, pero pareciste no verme. En tus ojos podía vislumbrarse el vacío mental que reproduce la vida de carreras que llevas. Has notado que no te guardo rencor, a pesar de que cada vez que tú llegas yo te saludo de lo más feliz.- me dijo.
Y tenía razón. Por mis ojos ahora vivos, se escurrían con velocidad las lágrimas, que bajaban por mi rostro como autos de carrera. ¿Cómo no me había percatado? Tanto tiempo viviendo juntos y ¿ni siquiera un saludo? Me emocioné, lo abrace y le dije:
-Perdón. Soy un despreocupado.
-Oh, no llores, te dije que no te guardo bronca- agregó incomodo.
-Sí, debes odiarme, y estás en tu derecho.
-Oh no.
-Oh sí.
-Muy bien- me dijo-, entonces paga la falta.- dijo fijándome la vista.
Lo miré desconcertado, pero que más daba. Asentí en silencio.
-Yo voy a mirar televisión- dijo corriéndome de la silla y sentándose él-, y tu, iras al garaje, te tiraras sobre mi manta sucia, y te lamerás las manos mientras yo te observo indiferente.

viernes, 29 de octubre de 2010

Con una compañera surgió un dilema: una elección existencial, ¿consiste necesariamente en una elección por demás importante, tracendente, determinante, o, por el contrario, cada elección cotidiana, cada desición que tomamos, por más insignificante que parezca debería considerarse existencialista?
Yo considero que el humano debe elegir constantemente; cada desición tomada, compromete a toda su persona; su pasado, su historia, sus afectos, sus expectativas...
Pero además, compromete todo su futuro; poruqe si yo elijo mirar Tineli en vez de hacer algo "mas productivo", entonces ¿no estoy decidiendo el rumbo futuro que va a tomar mi vida? ¿no me estoy permitiendo determinadas posibilidades, e imposibilitando otras? Cada desición tomada en el presente, sea cual sea, incluye a toda la persona, Dasein (ser ahí: en el mundo, existiendo), que está afectada por su historia, e influenciará sobre toda la existencia personal futura. ¿La remera roja o la negra? Si esta elección no fuere necesaria ¿por qué habría de plantearsela un individuo? y si se la plantea ¿por qué lo hace? ¿no es toda la vida de la persona, toda su existencia, la que conlleva a tal desición? Nadie discute que los actos, las elecciones sean de diversas magnitudes, así quitarse la vida es más determinante que tomar un helado; pero, en el fondo ¿y si no quiero el helado?¿alguien podría obligarme? Si alguien tiene fobia a los pies ¿no es esta una cuestión existencial propia de quien lo vivencia? "Es parte de la religión", de la libertad, de la persona en cuestión, que desde que piensa y se dirige hacia el mundo, ya no es un autómata, sino alguien que vive y siente y es responsable de su angustia y su responsabilidad: ahí la cuestión existencial de toda desición, que conlleva a la responsabilidad de sí mismo en todo momento, y nadie puede responder por nosotros para evitarnos el compromiso.

martes, 26 de octubre de 2010

Una vivencia extraordinaria

Luego de varios años de egresado regresé a mi antiguo colegio, con motivo de un acto, una celebración, bien no recuerdo. Fui con mi mama, que por haber trabajado ahí también la invitaron. No fue muy significativa la charla, lo interesante sucedió luego.
Resulta que a la salida, mientras atravesaba ese portón tantas veces cruzado tiempo atrás, reconocí a dos ex compañeros que hablaban sentados en un escalón. No los salude, me dió, quién sabe, cierta vergüenza; pero caminamos unos metros con mi mama y pensé en volver; pero como las llaves de casa las tenía ella, y ahora estaba cruzando la calle, le grite que se detenga, que me de mis llaves, que yo me demoraría un rato. Como proseguía su camino atiné a cruzar, pero para entonces ella me escuchó y estaba regresando; yo, que ya llegaba a la otra vereda, nuevamente volví, pero ella otra vez, como quienes no se entienden, estaba cruzando la calle. Me detuve enojado:
-Podés darme las llaves- grité. Ella cruzo para mi vereda nuevamente, molesta por mis gritos, pero como si una fuerza la atrajera, antes de llegar, nuevamente volvío a cruzarse. Para mi incomprensión hizo esto varias veces. Finalmente, me dio las llaves, y descargándose con alguna ofensa se marchó.

Volví al portón del colegio y salude a los muchachos; de uno de ellos me acordaba claramente, del otro no tenía registro, solo sabía que había cursado en el mismo colegio mientras yo lo hacia.
-¿Cómo andan tanto tiempo?- saludé.
-Ey ¿como andás?- respondió Paris, al que recordaba.
Hablamos un poco, de todo, pero finalmente tuve que reconocerle al “desconocido” que no lograba ubicarlo:
-A ver, decime tu nombre completo- le dije.
Me respondió, primer nombre, segundo y el apellido, que ya no recuerdo; en efecto, no recordaba tampoco su nombre; pero sabía que lo conocía. Entonces me invitaron a entrar, en un aula iban a disertar gratuitamente sobre “Lo simbólico imperceptible y su relación con el cuerpo”, y “Nuevas formas de dominación social”; tales eran los títulos, y no pude más que tentarme. Aunque no conocía a nadie más que a ellos dos, acepté.

Entramos y nos ubicamos en medio de la sala, sobre el ala izquierda. Me senté al lado de Paris, sobre una mesa; era el único apoyado sobre una mesa, los demás estaban todos sentados en las sillas. Le Comente que precisamente dos días atrás habíamos hablado de él con Gonza –otro compañero-, y me parecía una inmensa casualidad encontrarlo realmente después de tanto tiempo de no verlo. Esas cosas suceden y sorprenden: cuando alguien deja de existir, para de repente aparecer por varios planos, sea hablado, sea real, combinación que hace del destino un enigma vivo.
Riendo miré hacia atrás y vi la sala repleta. Pero repentinamente los rostros de todos cambiaron el gesto, y la seriedad con que miraban insinuaban que algo malo sucedía en el frente del aula. Miré, y con sorpresa encontré un sujeto, parado en medio, con un arma en la mano; tenía rostro de preocupado, estaba encorvado, y sus ojos traslucían cierta obnubilación: no tuve mejor reacción –quizá por miedo- que ponerme de pie, acto seguido el cual me disparó, dándome en el pulmón derecho. No me dolió, pero pude sentir como mi cuerpo se desvanecía entre los gritos de la gente. La primera sensación fue terrorífica, pero de inmediato me tranquilicé pensando:
-ha llegado el momento de morir, no desesperes.

Mientras caía pensaba en mis últimas palabras, debían ser adecuadas, pues efectivamente serían las últimas. Se me cruzaron muchas cosas por la cabeza en muy poco tiempo; mi mama que le había gritado, mis amigos, mi ex novia, la vida que antes quedaba por vivir –en este punto ya no me resultaba valiosa: presenciar la muerte no era tan temible como imaginarla-, mientras tanto perdía vitalidad, y cuando finalmente quise decir “Ska-p”, ya no tuve la fuerza necesaria ni para pronunciar la primer letra. En ese instante morí (sentí como todo se apagaba; el murmullo a mi alrededor enmudeció, y mi conciencia perdió actividad) y desperté, completamente transpirado, entre las cobijas de mi cama.

jueves, 21 de octubre de 2010

Siempre la misma historia.


Siempre la misma historia te viene a la cabeza. La has recordado tantas veces que ya no sabes si era realmente así. La tristeza te lleva a recordarlo, y recordarlo a entristecer más. ¿Y qué si te sientes mal, pésimo, al ras del suelo, más abajo que un gusano? Acepta que el sufrimiento es algo esencial en todos; y en quien no lo es, entonces bien por él, pues en vida nunca deberá pasarlo. Si da vueltas sobre tus ojos, si el recuerdo irrumpe desde el fondo para instalarse descaradamente en tus ideas, si se desplaza entre tu sien izquierda y tu sien derecha para que no puedas maniatarlo, no continúes intentando olvidarlo compulsivamente; ya ves que toda una vida no ha sido suficiente. Además, de tanto pensarlo, como masa cruda ya lo has desmoldeado y vuelto a moldear miles de veces, ese recuerdo, más todas las manipulaciones que sufre en el fondo de la conciencia. Ya ni siquiera puedes decir si era de día o de noche; lo has confundido hace tiempo, y no hay dato verídico que pueda responder por vos.
Esa historia que siempre es la misma, y que te viene a la cabeza, te lleva a sentirte sola. No alcanza comparación alguna con ningún insecto, para sentirte más humillada que él; ves las ratas hermosas, los pájaros, no puedes concebirlos, como cual belleza que supera las posibilidades, y se la resigna por su sola existencia. Te defines por las piedras, con ellas te identificas; quizá ellas no sientan, no recuerden. Y comienzan a interesarte, compras de todos colores y formas, disfrutas con eso, aunque no dura mucho, ni es suficiente, ni mucho menos lo que anhelabas. Son piedras, y cuando adviertes tu igualdad con ellas, tu comparación inconsciente, las arrojas a puñados por la ventana de tu departamento, tras lo cual la cierras para no oírlas caer. No soportaste ser una piedra; pero el recuerdo nuevamente se introduce en tu cuerpo, las piedras lo habían debilitado; pero vaya entrenamiento se dio, que en su regreso lo hace con mucha más fuerza. Penetra, y pasa del pensamiento al sentimiento. Sabes que ya pensar no solo es cuestión de olvidar; ¿cómo olvidar lo que corresponde al cuerpo, hormonal, lo afectivo? Si le diste curso, si uniste las palabras con el afecto (algo que sucede naturalmente, pero si uniste pensamientos negativos a afectos negativos) conviene que continúes cavando el surco por el cual quieres que vaya; quizá no sirva de mucho, al final se sufre igual, pero al menos con tu consentimiento; una manera de decirle a tu ego (si así podemos llamar al sujeto interior que desde tu propio pensamiento se te opone) que no permitiras que abusen de tu vida tras tus espaldas; permitirás que te hagan sufrir, pero sabrás de qué modo, al menos en parte, muy diminuta parte, te están haciendo sufrir.

Te asalta el mismo recuerdo de siempre; te odias; le odias; odias la vida y la vida te odia a ti. ¿Para qué vives? Te pregunta en vos baja tu ego. No quiere que lo descubran. "Vivir es feo, reiterativo, siempre lo mismo, la misma mierda, el recuerdo va a volver, ya verás… Hazlo. Una parte de ti lo aclama". Y tú, ¿Dónde estas? ¿Por qué no puedes gobernarlo, gobernarte a ti y tu vida? ¿Eres una o dos personas?; y si fuere solo una –lo más pensable, por cierto-, ¿Cómo enfrentar una lucha semejante, donde el enemigo, es el mismo al que se intenta reparar? Y claro que hay que luchar; sin lucha no hay victoria, y sin victoria no habrá cambios. Y tu vida te apena, no podrías continuar así por mucho más tiempo. -Como las piedras- murmura tu ego-, arrójate por la ventana.
¡No!- gritas fuerte, liberando la angustia, la culpa, la desesperación, y todo lo demás, pero el grito no es suficiente. Gritas nuevamente, y otro, y otro, y caes al suelo mientras golpeas todo lo que te rodea, y lloras de dolor, y sientes que el techo baja hasta el suelo, para aplastarte.
Quizá mañana sea un nuevo día, para despertar con más ánimos. Siempre en las noches, azota la desesperación.

martes, 19 de octubre de 2010

El cielo ha enloquecido

"...una inmensa y oscura tormenta cubre el cielo, y remolinenado desde lo alto comienza a descender hasta unirse con el piso y dar lugar a un inmenso tornado. Se samarrea de un lado al otro, se retuerce y con el latigazo de su cola arrasa contra el suelo..."

El cielo enloqueció y me ha dejao atrapado en el medio; me mira enfurecido, suda sangre, y de sus destiladas gotas de lluvia acida extrae todo su tóxico y me lo lanza al cuerpo, con formas de agujas, me traspasan cada una como si fuere de papel.
El cielo ha enfurecido, ¿quién lo ha malhumorado? Relampagueante sobre mi casa, oscila enorme y rápidamente entre el piso y el universo, me aplasta cuando baja, y me eleva unos metros cuando sube; pero me suelta, y caigo desde las alturas. Golpeo duro, y me vuelve a recoger.
El cielo está atormentado; gira y gira desquiciado sobre su propio eje; ha formado un tornado con todo su cuerpo, y veo que apunta la cola directamente adonde yo me retuerzo de dolor por el suelo. Carga su furia, lo oigo gritar ¿o son más bien suspiros, de cansancio, de aversión? De repente descarga un torrente, cataratas de lluvia que agujerean al planeta cuando caen desde lo altísimo, mezcla con granizo nos llegan del tamaño de iceberg, y lo que antes lograba retorcerse bajo el despiadado trato que nos daba, ya no tenía cuerpo para seguir existiendo.
EL cielo está desquiciado, en derredor del ovalo planetario se comprime y distiende, comprime y distiende, asfixia y desintegra, explota y deja que se pierda… Por los orificios que perforan la tierra se pasea, entra por el norte y sale por el sur, pasa por el infierno durante:
-hace mucho deseaba conocerte- le dice el cielo. Satán sorprendido, incrédulo:
-¿por qué? si tu solo le brindas a los creyentes bienestar, y a mi solo me interesa atormentarlos, endemoniarlos; yo gozo cuando veo como todos se pelean; incluso disfruto cuando, bajo mi mandato, ustedes mismos disfrutan de la violencia que ven.
-oh no- intervino calmo el cielo-; no hay nada que deteste más que al propio humano ¿por qué creéis que estoy aquí? He venido a visitarte, a pactar con vos, a informarte que he arrasado contra todo…
-hermoso- murmuro el diablo; su sonrisa era ambiciosa; detrás de esos ojos desorbitados miles de proyectos macabros resucitaban.
-¿por qué no te vienes conmigo?- añadió el cielo- ¿vamos a hacer de las nuestras, vamos a reivindicarnos? Pues desde que nos han dado existencia, así mismo nos han condenados a permanecer fijos, estacados a nuestra posición y función; nos han respetado y temido, pero ¿has notado? nunca nos conocieron como era debido.
-me gustan tus palabras, camarada- respondió el diablo-. Tomo el tridente y salimos. El cielo comenzaba a despegar cuando:
-espera, ¿tienes lugar para mí?- peguntó el diablo-; todavía no he aprendido a volar.

El cielo se ha fragmentado, ya no es uno sino quintillones (o aún mayor, si no fuere porque debemos encuadrar las medidas dentro de determinado concepto) y azota desde todos lados y a todos los planetas del sistema. Junto al diablo se han acercado al sol, estos dos íntimos amigos desde siempre, y por una especie de engaño lo han sometido, y el cielo se ha reagrupado para con su humedad, hacer fuerza y apagarlo. El sol ya no será una supernova, ya no se desintegrara, ahora como una esfera de concreto apagada, como un trozo grande de carbón, de un empujón lo libran a deambular por el universo. Cada vez más ambiciosos, en conjunto arremeten contra otras galaxias, las agarran desprevenidas, y sofocan todas las estrellas que dan luz en ellas.
Pero Dios mismo ha descendido desde donde no se desciende, para impedir que prosigan su cometido:
-Ey- gritó Dios-, no voy a permitir que destruyan toda mi creación; me ha costado esfuerzo y trabajo, para que dos…
-Ey Ey Ey, escucha una cosita-, intervino el cielo, que al parecer tenía mayor jerarquía que el Diablo-, si crees que no nos está costando esfuerzo destruir todo lo que tú, con tus horripilantes manos, has construido, entonces te equivocas, viejo borracho…- y rieron juntos el cielo y el diablo deslomadamente.
-No- gritó Dios-. Inmediatamente se retiran o…
-¿o qué?¿qué puedes hacernos? Si realmente eres poderoso, entonces haznos transparentes, déjanos sin existencia, carga contra nosotros por todos los daños que te hemos causado, ¿o ya no tienes fuerzas ni siquiera para eso, viejito?
Dios contempló a estos dos rebeldes; sacó un arma, ante lo cual estos se endurecieron, incluso el diablo pidió perdón, pero acto seguido se pegó un tiro, y de su cabeza supuestamente espiritual salió un inmenso caudal de sangre, que verifico que era propiamente animal. Su cuerpo sin vida comenzó a caer hacia el vació.
El cielo y el diablo, que ni por suerte creían encontrarse a dios, que no solo lo habían visto sino que ante ellos se había dado muerte, se miraban “atónitos, asombrados, estupefactos, maravillados, pasmados, sorprendidos, boquiabiertos, patidifusos, turulatos, alucinados, fascinados, confundidos”, “como quien ve visiones, con la boca abierta, sin poder hablar”.
Tartamudeo el diablo antes de poder hablar. Todavía estaba desencajado. Tampoco él y dios nunca se habían visto; su odio era platónico, más ninguno sabía cual era el verdadero poder del otro, si acaso tenían alguno.
Al cielo, que ya había aguantado demasiado al pobre diablo, que lo creía tan poderoso y en verdad era un debilucho habitante del ínfero de la tierra, confiado además de sus indomables poderes, se le cruzó por la cabeza acabar con él, deshacerse de diablo, no le era necesario. El diablo lo miraba, pues en su rostro podía vislumbrase una idea diferente.
-¿Qué sucede camarada?- alcanzó a decir el diablo con marcado miedo, pero el cielo ya lo había devorado.

lunes, 11 de octubre de 2010

La desazón de transitar por caminos donde a cada instante se debe decidir por la propia existencia, hacerse cargo de esa vida, y de todos sus penares. A-cada-instante; siempre hacia lo óptimo, que se horroriza de lo indeseado. Esfuerzo constante, por mantenernos dentro del "sentido de la vida".
Enfrentados a la existencia (y a la cultura, y al universo, y a la cama, y a las desiciones de todos los días, al conocimiento de las causa-efecto de nuestros actos, nuestra responsabilidad, "eternamente misericordiosos -entiendase que viene de "miseria"- y humillados") luchamos solos con nuestras fuerzas flacas; a-cada-instante nos vemos arrojados (paridos) a enfrentar la vida (acaso aquí radique la importancia que tuvo siempre la madre para la cultura humana; madre como sosten, madre, o más justamente, "sentido de la vida", que brinda al ser volatil mayor solidificación; madre importante en tanto la vida es un constante renacer).
La culpa, la nostalgía, la alegría, la desilución, la incertidumbre, todo ronda nuestra vida y nuestra vida los hace rondar.
A-cada-instante únicos protagónista de nuestra propia historia. Aunque nos la cuenten, comienza y acaba con nosotros; responsable de cada idea, de cada sensación, de cada desición que, nunca pudiendo satisfacer todas las exigencias, tomamos, de ese suspiro que damos o guardamos según la frescura o vicio del aire. Solo las luces dan alguna idea acerca del terreno; pero las luces, como todo, como nosotros, están dispuestas para perecer, o peor aún, solo existen mientras las mantenemos prendidas, por lo que serían las que nos preservan de perecer: la iluminación de la vida, del sentido, vuelve a escena; y yo, como sujeto, nuevamente me encuentro sobre la tarima, pronto siempre a actuar, precipitado, inclinado hacia el futuro, de tal modo que si uno no decide constantemente, dificilmente pueda luego reponerse de la caida, si no es que queda durante largo tiempo trastabillando.
He aquí una ventaja del fracaso, del error, del trastabilleo: un momento de reflexión, de cambio, de "no tener nada solido y por tanto todo vale como solución", de recobrar la fuerza que perdimos cuando advertimos la insignificancia de nuestra condición, ya no desprestigiarse solo por tamaño: el momento del trastabilleo es un momento de creatividad, de apertura, de estabilidad (aunque en si mismo sea un desliz). En efecto, nunca el alma es tan visible, como cuando por debilidad su coraza falla y su escencia se trasluce.
Uno mismo y la propia vida, ahí a-cada-instante; la responsabilidad de ser libre, la condena que implica, la inmerecida culpabilidad y todos los años que quedan por venir; no queda otra que respirar calmo (precindiendo del azar) y continuar caminando por caminos donde a cada instante se debe decidir por la propia existencia.

martes, 23 de febrero de 2010

¿casualidad o causalidad?

El debate “casualidad/causalidad” pareciera no tener fin. Algunos atribuyen al azar los acontecimientos que suceden; otros, a las causas de dichos acontecimientos. Y sin embargo, ninguno de los dos, hasta ahora, parecía tener razón.
Unos sostienen que es casualidad cruzarse inesperadamente con alguien, es decir, al destino del azar. Otros consideran que hubo un conjunto de causas que llevaron a esos hechos, y por tanto es causalidad, un conjunto de causas que lleva a un resultado. Quienes explican la casualidad fundamentan y con certeza, que es impredecible lo que puede suceder, por más que las causas existan previamente. Quienes defienden la causalidad, reniegan del azar, y consideran que los hechos son resultado de las causas que los desencadenaron, y este fundamente, también es correcto.
“si voy al cine y te cruzo, sin haberlo planeado, entonces eso es casualidad” sostiene el primero. “pero si vos no ibas al cine, y justo yo no iba para el baño, y estábamos dentro del mismo salón, nunca nos hubiéramos cruzado, por tanto es causalidad” responde el segundo. La discusión se enrrieda cada vez mas en ejemplos y fundamentaciones que se alejan del verdadero problema.
¿Los acontecimientos, se producen por obra del azar, o son un resultado de las causas que lo componen?
Creo que la principal adversidad que encontramos al intentar responder esto, es que mientras creemos que hablamos de un mismo fenómeno, en verdad hablamos de dos cosas diferentes. No digo que se excluyan, que no tengan relación alguna, sino todo lo contrario, se complementan, y de la relación entre ellas (casualidad/causalidad) resultan los acontecimientos.
Pongamos un ejemplo para aclarar. Una persona camina por la calle, cuando llega a la esquina donde iba a doblar, decide continuar derecho. A la media cuadra lo asaltan, o se encuentra con un conocido, o lo mata un cartel, o se tuerce un pie…
Mi postura es que casualidad/causalidad son dos procesos diferentes y distintos, pero ambas parte de un mismo fenómeno.
Cuando este hombre eligió continuar derecho en vez de doblar cambio las posibilidades de su existencia. Las redujo a otro determinado número de posibilidades, completamente diferente a lo que por la otra calle hubiese sucedido. Por tanto, esta sería, en mi opinión, una causa, y es sin duda parte de lo que le sucederá luego. Si el hombre no doblaba, naturalmente no le sucedía lo mismo. Esta causa, entre todas las demás que componen una situación (el hombre andaba por ahí, tenia algo que hacer, iba por esa vereda, hacia determinado lugar, en ese momento, etc.…) determinan relativamente el futuro desenvolvimiento de los hechos. Pero ¡ojo! no lo determinan por completo, una situación escapa al conjunto de causas que la componen, es más que ellas, sino sería fácilmente predecible. En cambio, suceden tantos acontecimientos inesperados, que no podemos negar que son insuficientes las causas para explicar un hecho. ¿Cómo explicaríamos sino que, tanto como pudieron haberle robado, podría no haber sucedido nada? En este caso, las cusas serían casi las mismas y sin embargo haber cambiado completamente la situación. Por tanto, uno advierte que la situación es más que la suma de sus partes, que es más que la causalidad pura. Y aquí yace la resolución de este enigma, y donde introduzco el término causalidad, en relación con las causas.
Si consideramos una situación como un conjunto de causas relacionados entre sí, y que esta relación da un resultado particular (propia de esa combinación de elementos) entonces estamos definiendo este resultado de causas como una estructura. Esta estructura, que es una combinación única de las causas, obtendría en su resultado final un plus, un “mas que la suma de sus partes”, y que serían características que no se encuentran en las causas por separada, sino que son algo nuevo que surge de la combinación particular que se da entre dichos elementos. Tal como H2O se forma con H y O, dando algo completamente nuevo, características que no se encuentran en los elementos por separado. Esta explicación estructural de las situaciones permite entender el fenómeno de la casualidad, la otro parte –junto a las causas- de los acontecimientos. La casualidad sería entonces esa relación particular que se da entre las causas, pero no solo esa suma de causas, sino que obtendría además un margen de “libertad”, de impredecibilidad, dado el plus que obtiene toda estructura de la vinculación entre sus partes. Es pues, diferente una cosa de la otra. La casualidad que intenta explicar todo a partir del azar, no es suficiente si se le fundamenta que bajo los acontecimientos yacen causas que lo condicionan. Y la causalidad es insuficiente cuando dando las causas de los hechos, no puede explicar acontecimientos impredecibles, y que solo a posteriori pueden inferirse sus causas. Podríamos decir que nadie acierte al responder si es causalidad o casualidad el proceso que rige los hechos, dado que niegan la otra parte que constituye una situación.
Una casualidad seria una estructura; compuesta por un conjunto de elementos que serían las causas. Por tanto la casualidad sería el resultado final de causa interrelacionadas, que no determinarían por completo la situación a advenir, pero que influirían grandemente en su constitución. De hecho, la casualidad no es independiente ni mucho menos de las causas que la componen, pero tendría sin embargo un funcionamiento individual, exclusivo y propio, donde estaría infiltrado el azar. Azar que no rige en el vacío, sino sobre las causas que componen esa situación. Por esto es que casualidad/causalidad son dos procesos diferentes de un mismo fenómeno, y no debe discutirse entre estos dos términos dado que son incompatibles de resolver. Como plantear si lo que permite la vida en la tierra es la energía solar, o el oxigeno.